Un mar en la mirada

Lucía Domínguez Pereira

AL SOL

30 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los ojos inexpresivos de Adela miraban al frente. Sus párpados arrugados estaban rodeados por una aureola de un tono violáceo, y el iris azul siempre había sido tan profundo. Su cara era redonda, y también con enormes pliegues y curvas. Pero eso a ella ya no le importaba, puesto que en el cristal de su ventana veía a una persona muy diferente.

En el reflejo, una joven le devolvía la mirada. Era la costumbre de todos los días pensar en ello. Ella, la playa, la despedida. Cómo no recordar aquel día…

—Toma, para dar un poco de vida a la casa. Sé que te gustan, son del mismo color que…

—Sí, venga, no vayas a perder el barco— le había dicho al hombre, cogiendo la flor que le daba y poniendo una cara de agradecimiento.

El barco se llevaba a todo el pasaje, mientras las familias se despedían. Fernando, ya en cubierta, oía sollozos desde la orilla. En un impulso, cogió una vela por el extremo y la agitó para decir adiós él también.

El capitán se había vuelto súbitamente hacia él, de muy malos modos.

—Deje la vela y póngase en su puesto, Gómez. ¡Y quítese ese polvo amarillo de encima, ha ensuciado todo el traje! ¡En estos tiempos escasea el dinero para comprar uniformes!

Le había empujado para que fuese a su camarote y se había alejado estornudando por los pasillos. De nuevo en la orilla, la niña, de tan solo un año, intentaba cogerle las flores a su madre. Ella forcejeó un poco. Todo volvió al otro lado de la ventana. Adela veía con claridad que todos aquellos pétalos eran azules. ¡La flor seguía siendo hermosa!

—¿Qué haces?— le preguntó extrañada, aunque después dibujó en su cara una sonrisa- La coges para poner en un jarrón, ¿no?

—Mamá, ¿qué estás diciendo? ¿No ves que los pétalos están secos? ¡Se le caen por días!

Isabel se marchó al establo y tiró la flor junto a la paja de la yegua. Por vez primera, Adela se olvidó de su reflejo. Ahora, sentada en la habitación, miraba a las flores del jardín, que sí estaban ahí. Así, aunque no tuviera la suya, podría seguir recordándole una y otra vez.

Lucía Domínguez Pereira. Estudiante. 14 años. Lugo.