A pie de bar en Pontevedra: «Me duele subir el menú del día a mis clientes, pero los precios ya son insostenibles»

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Ana Salgado sirve los platos a 11 euros, pero busca nuevas fórmulas para O Salgadoiro, en Pontevedra. Hasta ha puesto un punto de sellado de lotería

05 dic 2023 . Actualizado a las 13:13 h.

Ana Salgado está bien temprano ya en la cocina. Da forma al menú del día que servirá en a sus clientes en esta lluviosa y fría jornada de diciembre. Entre los primeros podrán escoger un plato de cuchara para atemperar el cuerpo. Y como cada lunes, habrá también lacón con grelos de segundo. Esta hostelera de Pontevedra lleva 23 años en el restaurante O Salgadoiro, en la avenida de Lugo, en una zona de mucho movimiento de empresas y muy próximo al hospital.

En estos años se ha convertido en un referente del menú del día en la zona, pero primero la crisis del ladrillo, después el covid y ahora la inflación lo han puesto contra las cuerdas en más de una ocasión. Pero Ana siempre resiste. «Cobro el menú del día a once euros, pero al precio que están los productos es complicado», dice Salgado, que reconoce que cada aumento es un quebradero de cabeza. «La gente protesta por todo, el año pasado subí un euro, pero me duele volver a incrementarlo por los clientes de diario, pero así es insostenible», apunta esta hostelera, que por el alza de los precios ha tenido que suprimir el churrasco que ponía de vez en cuando por otro tipo de carnes

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El precio del menú del día se mueve de media entre los 12 y los 13 euros. Ana sabe que más tarde o más temprano tendrá que subir el de su restaurante. «A veces hasta se cabrean por medio euro», subraya. Ella es cocinera y camarera durante la mañana y contable por la tarde. Elaborar el menú para sacarle rentabilidad es una tarea que le ocupa mucho tiempo. Trabaja en la idea de retomar la carta, como tenía hace años, pero todavía espera que se recupere la actividad para dar un nuevo paso.

Cada día ofrece cuatro primeros y tres segundos. Entre las opciones siempre hay un plato fijo que se repite. Así los lunes toca lacón con grelos; los martes se sirve jamón asado; el miércoles, secreto a la plancha; el jueves, cocido, y los viernes hay callos y un pulpeiro para servir tapas a los clientes. «Después de la pandemia se implantó en muchas empresas la jornada intensiva y esos nos destrozó a los que vivimos del menú del día», apunta Ana, que sirve una media de 30 cada día, pero llegó a tener épocas en los que hacía un centenar de ellos.

O Salgadoiro está rodeado de concesionarios, muy cerca de Correos, de empresas que se instalaron al calor unas de otras y de Montecelo. «Pensamos que con las obras del hospital aumentaría la demanda, pero muchos están allí con el táper», recalca esta hostelera sobre el cambio de hábitos de los trabajadores.

«Ahora vendo también ilusión»

Aunque el alza de los precios afecte al negocio o la competencia sea feroz, Ana mantiene siempre la sonrisa para recibir a sus clientes. Es tímida y con los años fue ganando soltura para convertirse en el alma de O Salgadoiro. «Ahora vendemos ilusión», dice con humor.

Hace un mes que este restaurante cuenta con un punto mixto de sellado de Loterías y Apuestas del Estado. «Ayudó a que el bar tuviese más movimiento, pero la verdad es algo que me encanta porque repartes ilusión y puedes hacer feliz a la gente», explica Ana Salgado, que sí se caracteriza por algo es por buscar una alternativa para que su negocio siga siempre con vida. Llegó a la hostelería sin conocerla y por amor. Se enamoró del sector y a sus 50 años no está dispuesta a tirar la toalla por mucho que haya días en los que tenga ganas de hacerlo.

Carmen Sánchez y Begoña Sarandeses, madre e hija y responsables de Casa Elvira
Carmen Sánchez y Begoña Sarandeses, madre e hija y responsables de Casa Elvira CAPOTILLO

Menú a diez euros hasta final de año en Casa Elvira: «El margen es mínimo, pero tenemos mucha rotación»

Casa Elvira, en la calle Cobián Areal junto al hospital Provincial, es uno de esos restaurantes que cada mediodía tiene colas en la puerta para probar alguno de sus platos caseros. Este lunes, Begoña Sarandeses se acercaba a la entrada para ir dando mesa poco a poco a los que allí se agolpaban. Es uno de los más económicos de la ciudad: dos platos, postre y café, por diez euros. Ayer servían sopa, tortilla, callos y espaguetis, y de segundo, ternera guisada, pollo al horno, raya o lengua estofada. «Nuestro margen es mínimo, pero servimos muchos menús y se puede ir llevando», explica Begoña Sarandeses, responsable de un negocio que sirve cerca de 200 menús al día.

Como todos los restaurantes sufre el impacto de los precios. Ha sido un año demasiado largo para tener el menú a diez euros, pero «ahora que acaba el año haremos un ajuste. El problema es que el año pasado subimos al empezar un euro y más tarde fue cuando se dispararon los precios», recalca Sarandeses, que aunque todavía tienen que estudiarlo es posible que suba un euro desde enero. «La gente ve que la situación es complicada porque de comprar ropa puedes prescindir, pero no de productos básicos como aceite o harina. Y eso se ha disparado», señala tras acabar el servicio.

Novo Soto, un restaurante en el Camino de Santiago, que da de comer a obreros y peregrinos

María Luisa Martínez está en la cocina y en la sala de Novo Soto, el restaurante de Virxe do Camino que en verano es la reina entre los peregrinos y en invierno es una de las favoritos de los obreros. Ella tiene el menú a 11 euros entre semana y a 12 euros los sábado y festivos. Como muchas colegas de profesión, reconoce que se puede permitir ese precio por la rotación.

Tiene días que ronda los cien menús en más de un turno, pero ¿por cuánto tiempo mantendrá este precio? Hace poco que le dio una subida para no perder. Ahora no descarta volver a incrementar un poco el precio que se paga entre semana. «Voy salvándolo, no me da pérdidas», apunta María Luisa, que ha tenido que replantearse algunos platos para poder cuadrar los números. Las carrilleras, por ejemplo, ya no se sirven con tanta frecuencia. «Los obreros necesitan un plato de comida asequible», apunta está mujer que lleva años detrás de los fogones de Novo Soto. También da la posibilidad de tomar medio menú por nueve euros, pero se sorprende cuando ve que le piden un menú para compartir. Como ya le ha pasado. Es una excepción, pero también un reflejo de la economía de muchas familias. «Ahora tendré que pensar qué hago, pero son muchos lo que creen que debo subirlo», concluye.