«Aunque los entrenamientos sean duros, el motor de la natación sincronizada es la felicidad»

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

Diana Fernández es directora técnica del Galaico Sincro y cree que la polémica de Ana Tarrés generó desconfianza en un deporte que está resurgiendo con fuerza

10 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Diana Fernández vive en el agua y del agua. Es fácil encontrarla en bañador y con unas chanclas en la piscina de Pontemuiños. Se encarga de dar forma a una cantera de nadadores que bailan en el agua y suman títulos para el Galaico Sincro, uno de los dos equipos de natación sincronizada que hay en Pontevedra. La entrenadora y directora técnica de este club reconoce que es un deporte con tirón que empieza a reflotar después de la pandemia y el cierre de la piscina olímpica. «Llevo casi 18 años en el Galaico y siempre estuve con el equipo infantil, las escuelas y ahora con el dúo mixto sénior», explica Fernández, que calcula que el club suma cerca de 60 chavales. Parece un buen número para un deporte minoritario, pero ella reconoce que antes de que el covid lo cambiase todo llegaron a ser más de cien. «Desde la pandemia y el cierre de la piscina nos está costando salir. Además, en la ciudad hay dos clubes de sincro y sería mejor estar unidos», apunta Diana, que reconoce que aunque ellos han mostrado su voluntad de caminar juntos, no lo han conseguido.

Pontevedra es una de las ciudades con más equipos de agua de Galicia. Waterpolo, natación, sincronizada, salvamento y equipos de triatlón volverán ahora a la piscina olímpica después de que el Concello llegase a un acuerdo con los clubes y la Fundación Rías do Sur para costear el gasto energético de poner en marcha el vaso olímpico tras un año cerrado. Y es precisamente ahí, cuando la responsable técnica del Galaico Sincro asegura que uno de sus retos es crear un grupo único con todos los equipos. «Tenemos una piscina olímpica, mucha cantera y gente apoyando, estar todos unidos nos haría más fuertes», revela Diana, que mientras seguirá trabajando con sus nadadores para ser más competitivos a nivel nacional.

Saltó a la sincronizada desde la natación convencional, donde se formó, aunque antes de retirarse se pasó al waterpolo. Nunca saltó al agua con música, como hacen ahora los críos a los que enseña. «Mi vida siempre estuvo vinculada con el deporte, después de practicarlo me gradué en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y ya empecé a trabajar con el Galaico Sincro», explica. Tiene esa espinita de saber qué se siente cuando suena la música y se tiran al agua. «Es un deporte que tiene una parte importante individual, pero otra de equipo que lo hace apasionante. Es bonito, a veces le pregunto a los mayores que sensación tienen cuando ensayan», comenta Diana Fernández, que disfruta con su profesión. Cuando narra su vida deportiva repite en más de una ocasión la palabra «disfrutar».

En un deporte como la natación sincronizada es importante recalcar la necesidad de pasarlo bien mientras se entrena. La polémica con la ex seleccionadora nacional, Ana Tarrés, puso en entredicho los exigentes métodos empleados en los entrenamientos. Diana asegura que ese episodio «generó una importante desconfianza en la natación sincronizada. No todo vale para conseguir una medalla». Después de ese duro episodio que dio un giro a la disciplina, se está volviendo a coger el auge que había antes con una generación muy buena de nadadores «que están ayudando a repuntar».

Exigencia en la piscina

A pesar de que lo importante es siempre disfrutar de lo que se hace, no niega que es un deporte muy exigente. «Aunque los entrenamientos son duros, no hay que olvidar que el motor es la felicidad. Si los deportistas están motivados se saca todo de ellos», asegura. Esa es su lucha. Y lo consigue. La exigencia es alta, pero permiten que en función de las categorías los críos entrenen desde uno o dos días a la semana a las cuatro horas diarias de los que compiten a más nivel. El problema está cuando los nadadores llegan a la edad de ir a la universidad. «La mayoría se van a otras ciudades y ya no vuelven a casa. Algunos al acabar de estudiar sí que regresan al equipo sénior, pero no es lo mismo», recalca Diana Fernández.

Además de entrenadora, es madre de deportista. Su hija Daniela Suárez está becada este año en el CGTD, pero la temporada pasada sumó cinco medallas europeas y mundiales. Ella sabe lo que es vivir desde la doble posición de madre y entrenadora, por eso recalca la importancia de disfrutar y de exprimir al máximo los valores que deja el deporte. «Es una enseñanza muy grande para la vida y para el futuro, aunque no sea un paseo», concluye Diana desde la piscina de Pontemuiños.