Desfile de entroido al ritmo de los tambores en Pontevedra

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Calles atestadas de público para presenciar un desfile con una multitudinaria participación

18 feb 2023 . Actualizado a las 21:53 h.

Comparsas, grupos y máscaras marcharon este sábado por Pontevedra al ritmo que marcaban los tambores con los que iban pasando por las calles del recorrido tradicional del desfile de entroido. Fue una cita esperada, tanto por el público como por los participantes. Veinte minutos antes de que diese comienzo la comitiva, las aceras de la calle Loureiro Crespo, a la altura del Hospital Provincial, estaban más atestadas de personas que coches en la M-40 en hora punta. Las escaleras se transformaron en gradas.

Cuando el barco del rey Urco dio la señal de salida para el desfile, hubo fotos a montones, emoción en las caras de los niños y no menos en las de los adultos. Tras él, hizo acto de presencia la primera de las comparsas, Os Paparrulos, con un vistosísimo montaje de inspiración orientalista y donde no faltó hasta un dragón chino.

Aquí ya se hicieron notas los tambores, que irían marcando, de forma sucesiva, las puestas en escena de casi todas las comparsas y grupos siguientes, eso sí, algunas parecían una orquesta, con trompetas, saxos y otros instrumentos musicales.

Disfraces de fantasía

El disfraz más recurrente fueron los grandes despliegues de fantasía, con grandes alas y cascos de vistosos colores. Intercalados entre las ocho comparsas se encontraban los grupos, parejas y máscaras individuales.

La política local se hizo notar en varias de las propuestas como una pareja donde se podía ver al faraón Lores con un carro tirado por un criado Domínguez. O también una sátira al vídeo promocional turístico de Fitur, bajo el jocoso nombre de Lores Lee.

La sanidad pública no entró en la contienda satírica del carnaval, pero sí hubo un grupo denominado Desprotesión Sicil que hizo las delicias de los niños del público a los que ofrecían transportar en camilla. Y cerrando el desfile, dos grandes camiones, Amoriños de Bora, que representaba un crucero; y Ciklón, que hacía lo propio con un bosque encantado.