El panadero que no quiere ser esclavo

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Dani Pampín y su mujer Nati cerrarán los lunes para conciliar, como ya hicieron otros negocios de Pontevedra

19 oct 2021 . Actualizado a las 14:47 h.

Cuando Dani Pampín era pequeño, sus padres, panaderos de profesión, tenían que trabajar noche y día. Apenas podían disfrutar de tiempo en familia lejos del obrador.  Dani se hizo mayor y junto a su mujer Nati montaron Amásame. No quieren que sus hijos crezcan sin ellos. No quieren que cuando le digan que tienen que ir a hacer pan, digan «pan no». Así que esta nueva generación de panaderos da un paso al frente en la conciliación. «A partir da próxima semana pecharemos os luns, oxalá que moitas panaderías fagan o mesmo e veñan detrás», apunta Dani. Y es que el comercio de la ciudad camina hacia la conciliación, da un vuelco a las prioridades. Fernanda Castro, responsable de Aromara, puso a otros compañeros en el camino. Desde hace más de dos años cierra su comercio los lunes y los jueves por la tarde. «En qué rueda de hámster nos movemos todos para pensar que no podemos parar, para no ver más allá», reflexiona. Ella también es hija de un padre marinero del que disfrutaba pocos días a la semana. Recuerda que los domingos por la tarde eran especiales porque era cuando más tiempo estaban juntos.

Al igual que Dani Pampín, tener el ejemplo en casa hizo replantearse muchos aspectos de cómo quieren educar. Y en ambos casos, la respuesta de sus clientes ha sido «espectacular». «Calquer oficio ten que evolucionar a nivel social e persoal, temos a obriga de deixalo mellor do que estaba», explica Dani Pampín, que ha optado por cerrar el lunes por ser el día de menos facturación, además de adaptarse así al día de descanso de la hostelería. Porque los responsables de Amásame trabajan en su obrador, pero no solo con el pan que despachan en su local de Eduardo Pondal. Tienen negocio con muchos restaurantes y la mayoría descansan los lunes. «Hai dez anos igual non me importaba, pero agora xa non, somos unha familia», apunta el responsable de Amásame, que en todo el verano solo pudo descansar cinco días: «Isto non é unha excepción por ter moita carga de traballo, é algo habitual no sector».

Tanto Dani Pampín, como su mujer Nati, y Nanda Castro, han dado un paso firme que aseguran que los acerca más a Europa, donde el comercio no baja la verja cuando cae la noche. En el caso de la responsable de Aroamara (antiguo Pontejabón), el horario que tiene en la puerta especifica que es por conciliar. Su hija Mara es su prioridad. En un primer momento pensó en poner a una persona, pero no le resultaba rentable. Así que puso en la balanza sus necesidades y las cuentas. El resultado: ganó la conciliación. El lunes y el jueves quien la necesite tendrá que llamarla por teléfono y quien quiera comprar alguno de sus productos, deberá acudir el resto de la semana.

«É un negocio que era moi escravo, xa non»

Dani Pampín conoce como era el negocio desde que era un niño. Estudió panadería, pero también un módulo de Formación Profesional de jardinería, por si no encontraba alternativa en un obrador. «Isto é un negocio que antes era moi escravo, pero todo cambiou», apunta el panadero, que quiere borrar ese estigma que hay sobre su oficio y que pone en jaque la posibilidad de encontrar profesionales. «Se estamos de luns a luns, dez horas traballando por mil euros, a persoa acaba marchando», dice este panadero, al mismo tiempo que asegura que todo está cambiando.