Por peso electoral y político, la provincia determinará la suerte de los liderazgos de Alfonso Rueda y Gonzalo Caballero. Incluso influirá en la decisión que tome Ana Pontón
05 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El nuevo curso político que acaba de arrancar también en Galicia, se presenta lleno de expectativas y con algunas ecuaciones pendientes de despejar a lo largo de los meses que restan hasta las campanadas de fin de año.
Entre el sábado 18 de septiembre y mediados de diciembre, los tres principales partidos políticos del momento, PP, BNG y PSOE, según el orden establecido por los gallegos en las urnas de julio de 2020, afrontarán retos trascendentales. Especialmente en lo tocante al diseño de estrategias con el horizonte de las próximas elecciones municipales y generales que se sucederán, respectivamente, entre mayo y noviembre de 2023. Y que a su vez serán preámbulo de los comicios autonómicos que tocarán en 2024.
En ese escenario político tan intenso, de nuevo la provincia de Pontevedra volverá a ser clave para el establecimiento o consolidación de liderazgos.
Con el debido respeto
Los tres partidos miran a esta provincia con el debido respeto por su indudable peso político y electoral que ya se ha demostrado como muy decisivo en diversos episodios de nuestra reciente historia. Al PP le duele la herida de haber visto especialmente mermada su hegemonía de antaño en la Galicia municipal, a costa de los sucesivos reveses cosechados en un tercio de los concellos pontevedreses. En cuanto a los socialistas gallegos, imbuidos en el tenso debate interno sobre la continuidad del actual liderazgo, saben que la provincia de Pontevedra, particularmente Vigo, va a decidir la suerte de Gonzalo Caballero.
En este preámbulo no olvidemos al BNG, actual segunda fuerza parlamentaria de Galicia. La actual jefa de la oposición y voceira nacionalista, Ana Pontón dio recientemente la campanada al anunciar que se está pensando continuar al frente del proyecto. «Estou nese proceso de reflexión», aún dijo ella el martes en Poio. En lo que otros muchos interpretamos como un órdago para reforzarse en el liderazgo del BNG frente a la sempiterna vieja guardia de la UPG. Busca adhesiones y uno de los que se apresuró a expresarla fue Miguel Anxo Fernández Lores. Gesto sintomático del barón pontevedrés del Bloque.
Rueda se la juega
En el caso del PP, el inminente congreso provincial del 18 de septiembre, reconfirmará a Alfonso Rueda como presidente de los populares pontevedreses. Será un congreso sin debate ni confrontación; de lista única y aclamación. Pero esa pretendida unidad no puede disimular el peso de la responsabilidad que asumirán Rueda y el equipo del que se rodee, entre quienes hay algunos que se predisponen a reemplazarle en caso de que los resultados en 2023 no le acompañen. Feijoo le ha reasignado públicamente a Rueda el mismo reto que le puso en marzo de 2016 cuando sustituyó a Rafa Louzán, quemado tras la pérdida de la Diputación en los comicios de 2015.
El recado es de empaque: que el PP recupere en las urnas los espacios de poder que ha perdido en las tres principales ciudades, en una veintena de ayuntamientos y, de manera señera, en la Diputación Provincial.
Si Alfonso Rueda tiene todavía alguna aspiración íntima de ser el sucesor de Alberto Núñez Feijoo si este decidiera echarse a un lado o asumir otra clase de reto político (Moncloa), tiene la imperiosa necesidad de presentar una hoja de resultados mejorada respecto a la anterior evaluación.
La principal papeleta para Rueda será acertar en la selección de candidatos y candidatas que puedan pugnar en condiciones en Vigo y Vilagarcía, pues en Pontevedra la posición de Rafa Domínguez está muy consolidada después de mejorar resultados en 2020. En cambio, tanto en la ciudad olívica como en la capital arousana, los rivales de Caballero y Varela han dejado la escena y se buscan recambios.
La segunda parte del recado del jefe, requerirá que el PP recupere mucho voto perdido en concellos medianos y pequeños, especialmente en el área de Vigo y en el partido judicial de Pontevedra, que son las áreas donde PSOE y BNG cimentaron las dos victorias que les llevaron a controlar la Diputación.
El tío mandó parar
En el PSdeG, el influjo del lobby vigués es tan apabullante que una vez más se acaba de refrendar. Tanto en la elección de delegados de la provincia al congreso federal en Valencia pilotada por David Regades, como en el gesto del alcalde olívico que «mandó parar» en el conflicto interno suscitado en torno al liderazgo de su sobrino al frente del partido en Galicia.
Fue comparecer, hace unos días Abel Caballero a pedir unidad en la elección de compromisarios gallegos, para que se apaciguase (solo en público) el follón que armó el artículo de José Antonio Quiroga. El escrito del actual número dos del PSdeG intentando echar una mano a su jefe, Gonzalo Caballero viendo conspiraciones de «baronías rancias» y «deslealtades» con nombres y apellidos, fue una pretendida maniobra disuasoria -tremendamente desafortunada- que solo aplaza la guerra por el liderazgo de los socialistas gallegos que se librará en estos dos o tres meses que restan hasta el congreso regional.
Es evidentísimo que la posición que adopte finalmente el alcalde de Vigo influirá definitivamente en la suerte de su sobrino o de quien pretenda concurrir en primarias para reemplazar al actual secretario general de los socialistas gallegos, cuestionado desde la noche del 12 de julio de 2020.