«Esta profe es la mejor porque es muy divertida»

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

PONTEVEDRA

MONICA IRAGO

Está nominada a los premios Educa Abanca como mejor docente de España y sus alumnos explican el porqué

19 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En esta clase no se manda callar. Se pide silencio levantando las dos manos y siseando. Hay una asamblea en la que, entre todos, se deciden los temas a tratar y la manera de trabajarlos. Y los niños se concentran con una breve coreografía de cantos y movimientos de manos. En esta clase, los alumnos han elegido sus propias frases para motivarse y todos los días se repiten cosas como «Vamos equipo, podemos conseguirlo». Pero es que, en esta clase, no hay una profesora cualquiera. Al frente de este clase está una de las cien mejores docentes de España, según la lista de nominados a los premios Educa Abanca. Laura Lorenzo Diz lleva ya cinco años en el colegio Valle-Inclán de O Grove y todavía se pone colorada cada vez que reconoce que los padres y los antiguos alumnos la han propuesto para ese título. «Ese es el premio ya», asegura mientras recibe los abrazos de sus estudiantes.

¿Es Laura la mejor profe? Sus alumnos lo tiene muy claro. «Si, porque es muy divertida y muy cariñosa. Es la mejor», sentencia uno de ellos. «Si quitara los deberes y los exámenes entonces sería la mejor del mundo, no solo de España», apostilla otro. Pero poco después tiene que reconocer que hasta los controles en esta clase son diferentes. «En la pantalla digital nos hacen una pregunta y nosotros tenemos que contestar con unas tarjetas», explica uno de los estudiantes de entre ocho y nueve años que forman parte del cuarto curso de este centro. Hay más métodos. «Hacemos un lapbook, que es una cartulina en la que resumen todo lo que aprendieron. En el examen tienen que exponerlo de forma oral, apoyándose en el resumen», explica la maestra. «A mi eso me gusta mucho, pero por las manualidades, no por las explicaciones que tenemos que dar», argumenta otra estudiante.

Laura explica que ella no es la única en el Valle-Inclán que trabaja de la misma manera. Aplicar estos nuevos métodos no es tarea sencilla. «Es difícil cambiar un colegio entero y lleva su tiempo, pero los compañeros que vienen se suman y somos muchos equipos de profesores trabajando así y todos participamos en todas las actividades», relata. Cada año, el claustro elige un tema y, a partir de ahí, se desarrollan los contenidos de las diferentes materias. En esta ocasión versarán sobre las comidas del mundo. Lo primero que se plantea la clase de Laura es «¿qué sabemos sobre ese tema? ¿qué queremos saber?», explica. A partir de ahí, empiezan a trabajar. Todas las mañanas, los pequeños participan en sus asambleas. «Contamos lo que hicimos el fin de semana y lo que vamos a hacer ahora», relata uno de ellos. Y llega entonces el momento del saludo. La clase está dividida en equipos, cada uno de los cuales tiene un nombre. Están los Diamantes de Fuego, los Malvarock, Bum, Solicornio y los Gatos Espía. Y cada uno de ellos tiene una pequeña coreografía en la que mueve las manos, dicen su nombre de equipo y, al terminar todos, se hace el silencio. «Entonces llega el momento de concentrarse y de empezar a trabajar», explica la profesora. Las decisiones en esta clase se toman entre todos. E incluso se eligen las normas del aula. «Primero detectamos que hay un problema y después elegimos una norma para ponerle fin», añade Laura. Los alumnos son responsables también de sus tareas. Hay trabajos que «saben que tienen un tiempo para hacer, pero ellos deciden cuándo y cómo lo hacen».

Los estudiantes de cuarto están ahora acostumbrados a todas estas dinámicas. Pero cuando el pasado año llegaron por primera vez a la clase de Laura se sorprendieron. «Profe, ¿cúando vamos a empezar a trabajar de verdad?», le preguntó entonces una de las estudiantes. «Qué divertido es el piso de arriba», le reconocía otro. Y todavía hoy piensan así. El colegio es divertido. Hace experimentos, «y el año pasado vino mi gata al cole», nos cuenta una de ellas. Fue un proyecto sobre los animales, que estudiaron conociendo mejor a sus mascotas. Así que no es de extrañar que estos pequeños estudiantes adoren a su maestra. Y sus padres también. «Tuvimos una reunión de padres en la que quisimos explicarles todas estas dinámicas e hicimos los juegos que hacen los niños», cuenta la profesora. «Mi padre me dijo que jugaron al juego de las sillas», confiesa un alumno. «Los primeros que suelen agradecer esta forma de trabajar son los niños y los compañeros con los que trabajas. Lo más difícil es llegar a los padres y cuando llegas... Eso significa que los niños cuentan y dicen lo que hacen en clase y que los padres lo valoren...», reconoce. Ese es su mejor premio. Que hayan sido los progenitores los que la hayan propuesto para el galardón. Que piensen, de verdad, que ella es la mejor profesora de España.

En esta clase no se manda callar, se pide silencio levantando las manos y siseando