El astrónomo que comparte las estrellas

iván calderón, m. b. PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

capotillo

Borja Álvarez compagina su trabajo como teleoperador con su pasión por la astronomía

26 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El universo ha maravillado a la humanidad desde siempre, infinidad de hombres y mujeres han quedado cautivados por su inmensidad y los misterios que guarda. Para Borja Álvarez la astronomía ha sido siempre una auténtica pasión, que comenzó como suele ser en estos casos, con un regalo de la infancia. Teleoperador de oficio y astrónomo de vocación, ha pasado años cultivando lo que comenzó como un pequeño pasatiempo, y que acabó por descubrirle un mundo totalmente desconocido, llevándole a compartir su afición por los astros con los más pequeños.

Para él, hablar del espacio y sus misterios es más que un simple hobby. Su cara se ilumina y las anécdotas brotan una tras otra al relatar cómo su pasión fue tomando forma. Un pequeño telescopio a la corta edad de seis años despertó en él una curiosidad que solo crecería con los años. Un par de eventos fortuitos convertirían después sus sueños en una posible profesión.

Describe con una mezcla de sorna y asombro, cómo un encuentro totalmente fortuito lo llevó a observar por primera vez un planeta a través de la lente de un telescopio. «Fue mientras corría con un amigo por la playa y de repente vimos a un grupo con telescopios y nos acercamos». Comienza la historia con ilusión y continúa contando que no pudo dejar pasar la oportunidad de mirar a través de un telescopio profesional.

Lo que hasta aquel momento había sido una pasión esporádica, el poder mirar las estrellas a través de un telescopio, se convirtió en algo cotidiano hace unos dos años, cuando su novia le regaló uno por su cumpleaños. La historia se repetía y de nuevo un obsequio le abría las puertas a la observación del espacio. Como todo aficionado, la práctica constante lo llevó a mejorar y a descubrir que no solo contemplar el espacio le llena, sino que llevar esos conocimientos a los niños puede llegar a ser igual de gratificante.

«Pues todo surgió del boca a boca», asegura, refiriéndose con cierta incredulidad a la oferta de dar una charla sobre astronomía a niños de 6 años durante la semana de las ciencias. A pesar de no tener formación ninguna como educador, su vocación y pasión es tal que sabe atraer la atención de los más jóvenes como todo un profesional.

Cuenta cómo salvó el tipo bastante bien en aquella primera experiencia explicando a niños un tema que puede ser muy divertido o soporífero, dependiendo del enfoque que se le dé. «Lo que más impresiona es la facilidad con la que razonan conceptos como los agujeros negros o cómo la gravedad afecta al tiempo», asegura Borja.

Esa charla que dio a los alumnos del Seis do Nadal, en Vigo, no estuvo exenta de lo que ahora define como «un pequeño chasco para los niños», al descubrir los pequeños que ni era astronauta, ni Laika (primer perro enviado al espacio por la Unión Soviética) era su mascota. A pesar de su incredulidad, esta iniciación dejó muy contentos a niños y padres, por lo que otras ocasiones de llevar su pasión a las aulas no tardaron en presentarse. Entre ellas estuvo la que define como «una de las experiencias más gratificantes», poder realizar la misma actividad, esta vez con niños con Asperger, en la asociación Teavi.

Actualmente se encuentra preparando otra charla, en esta ocasión en un auditorio y con un público mucho mayor, lo que sin duda muestra la buena labor que está realizando, pero sobre todo cuánto les gusta a los pequeños su forma de explicarles qué rodea al pequeño planeta tierra. Además, asegura que se está planteando compaginar su actual trabajo con los estudios de física y astronomía.