Casas de acogida para «Panchos»

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

El último perro abandonado recogido por Adopciones Galicia conoció ayer su hogar provisional. La asociación busca voluntarios para estas mascotas

14 nov 2014 . Actualizado a las 16:49 h.

«En verano estuvimos dos meses dando de comer a un perro en la calle. No teníamos casa de acogida para él, y para no dejarlo morir de hambre, íbamos a alimentarlo diariamente». Monserrat Pontevedra es uno de los cinco miembros de Adopciones Galicia, una pequeña asociación protectora de animales que no recibe ningún tipo de subvención pública. Por eso carecen de infraestructura para cuidar mascotas abandonadas más allá de los voluntarios que se prestan a albergarlos en su casa hasta que encuentran una familia de adopción. Por eso hicieron ayer un llamamiento a los pontevedreses.

El plazo suele ser de entre 3 y 5 meses. «Nunca más, eso como máximo, porque entendemos que la gente no puede hacerse cargo para siempre de animales que recogen temporalmente», dice Montse. Sin embargo, la experiencia le lleva la contraria en el noventa por ciento de los casos: lo habitual es que todas las personas que acogen una mascota se la acaben quedando. Así ha sucedido, al menos, con la inmensa mayoría de los alrededor de 60 perros que han rescatado de las calles desde el 2013.

El último se está haciendo todavía a su nuevo hogar provisional. Es el de la madre de una joven que fue testigo de cómo recogían a Pancho en la calle Daniel de la Sota. Es una mezcla de razas de caza, y llegó andando desde la plaza de Barcelos. Pero lleva vagando mucho más tiempo. «No es un perro al que acaben de abandonar», explica Pontevedra. Y cuenta con ternura que el nombre pretende reflejar su carácter: es tranquilo, cariñoso y asustadizo. Rápidamente se tumba con las patas hacia arriba para que le acaricien la barriga. Y eso que parece haber sido víctima, cuando menos, de situaciones complicadas. «Nada que no se le pase enseguida con un poco de cariño», matiza.

Montse reconoce que no son muchos los animales de los que pueden hacerse cargo, «pero cuando no tienes aportaciones públicas ni respaldo económico es muy difícil abarcar más». Es la propia asociación la que corre con los gastos de desparasitar e instalar el chip en los adultos antes de entregarlos en adopción a sus nuevas familias. Si son cachorros, los costes van a medias.

Y confiesa que, en la mayoría de los casos, las personas que avisan de la presencia de un animal abandonado por la calle es gente que ya tiene uno, «y está sensibilizada». Y su objetivo es precisamente aumentar ese número.