El autor capitalino recupera en su último libro algunos de los relatos que dejó pasar cuando escribió su anterior obra
04 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La cita es en las ruinas de Santo Domingo, junto a la inscripción donde se alude a Tristán de Montenegro, cuyo hijo es uno de los muchos protagonistas que recorren las páginas de La loca historia de Pontevedra. Su autor, Rodrigo Cota González (México DF, 1966), considera que «alguien tenía que escribirlo».
-¿Cómo llega uno a escribir este libro?
-La historia anecdótica de Pontevedra más contemporánea está, más o menos, cubierta por los Landín, mientras que Rafael Fontoira ha escrito algo de las anécdotas más recientes de la ciudad y Manuel Jabois escribe de vez en cuando sobre el asunto... Pero me di cuenta de que la más antigua no estaba cubierta, por los menos que yo sepa. Tenía unas cuantas historias que encontré mientras escribía mi anterior libro. Entonces las dejé pasar y ahora decidí recuperarlas.
-¿Cuál es la que más le ha llamado la atención?
-Hay varias y eso que algunas son terribles, como la de una pareja que fue al mercado a vender a una persona para extraerle la grasa. Se llegó a firmar un contrato en el que se especificaba que el producto de la venta era la grasa del chaval y que el comprador era el encargado de matarlo. Luego hay otras, más o menos, graciosas; más o menos, absurdas, caso del pontevedrés que llegó a América y no se le ocurrió otro cosa que asaltar a un esclavo. Es un personaje del que no debemos sentirnos muy orgullosos. Hay la de un escribano que dieron por muerto y enterraron vivo... Son 33 historias y cada una tiene...
-¿Cómo las ha seleccionado?
-Fui encontrándomelas. Y algunas sin buscarlas. En su mayoría son inéditas o totalmente olvidadas, y me pareció importante rescatarlas. La gente que trabaja con este material suelen ser historiadores y para ellos normalmente son material de desecho. El que entierren vivo a un escribano no significa absolutamente nada en la historia de una ciudad. Pero no deja de ser historia, con minúsculas, de Pontevedra.
-Pero historia al fin y al cabo.
-Sí. Algunas nos hablan de cómo era nuestra ciudad. La de unos espías franceses nos da una idea de cuál era la importancia que tenía el puerto de Pontevedra, donde siete espías franceses podrían pasar desapercibidos.
-No se podría decir que es un libro de humor.
-Bueno, es muy humorístico. La manera de relatar algunas historias es humorística y otras por sí mismas lo son. Creo que va a funcionar. El anterior me funcionó bastante bien. Es un libro que llama la atención y es entretenido. Por lo menos es lo que me han dicho los que lo han leído.