Espartaco se lleva Pontevedra en el corazón y comparte gloria con Ponce

M. Conde / M. Escauriaza

PONTEVEDRA

Morante de la Puebla, que tuvo mala suerte con su primer toro, cerró la tarde con una faena de alivio

03 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Tanto montan, montan tanto Espartaco como Ponce. El diestro de Espartinas compartió ayer gloria con el maestro de Chiva en la tercera de las cuatro despedidas que tiene programadas para cerrar en principio de forma definitiva su carrera sobre los ruedos.

Cogiendo un puñado de tierra del coso se lo llevó al corazón como muestra de su amor por Pontevedra y por su afición.

El veterano maestro tuvo un buen día que comenzó con el descubrimiento de una placa en su honor en el patio de cuadrillas de la plaza pontevedresa. La misma de la que salió horas más tarde por la puerta grande acompañado de su gran amigo Enrique Ponce.

Amable a Sevilla

Ambos cortaron tres apéndices, aunque en distinto orden. Vestido de morado y oro, Juan Antonio Ruiz Espartaco brindó a su hija Alejandra su primer toro, un bragado de Alcurrucén -la ganadería de los Lozano- que derribó a un picador y a su caballo. Clarinete, de 500 kilos le fue acercando a la gloria, que tocó con su segundo de la tarde, Amable, que brindó al respetable.

La cabeza de este astado con la característica enseña turquesa de Alcurrucén será colocada, una vez disecada, en la finca Majasviejas que el torero comparte con su mujer, Patricia Rato y sus tres hijos en Constantina, Sevilla.

Tras rematar esta segunda faena, el diestro pidió llevársela con los dos apéndices en la mano.

Enrique Ponce se lució con el capote con Cornetillo y Martinete, dos colorados bragados meanos, a los que les cortó dos y una oreja, respectivamente.

La bonita faena que arrancó de su primer astado se la brindó al ex Mecano José María Cano, que contempló los toros en el callejón.

En el palco, el ciclista Óscar Pereiro, ganador del Tour de Francia en el 2006, con el conselleiro de Presidencia, Alfonso Rueda, y el presidente de la Diputación, que hicieron doblete. José Luis Baltar, presidente de la Diputación ourensana, tampoco quiso perderse el espectáculo.

Ponce, de rojo y oro, brilló tanto como su traje de luces, dibujando bonitas figuras con el capote y con la muleta. En su segundo, tanto lo disfrutó, que acabó recibiendo un aviso. Muy certero con el acero en su primera faena, en la segunda le falló la estocada y mató al segundo descabello.

Descabellado, a pesar de sus largas patillas y su negra mata de pelo, acabó Morante de la Puebla. Tan gris como su atuendo.

En su debut en Pontevedra no convenció a nadie. Ni siquiera a sus incondicionales, que le perdonaron que en el primer toro, Herrerito, no tuviera nada que hacer por lo peligro y falto de bravura. Pero pareció que con su segundo, Barbero, arrojó la toalla. Tanto que desde el público le llegaron a gritar en el tercio de varas: «Si quieres te lo mata el picador y ya te vas para tu casa». Incluso pareció que había subcontratado a un subalterno la suerte del capote.

Tomás visita a Castella

José Tomás, quien la tarde anterior se fue de vacío, tuvo un bonito gesto al ir a visitar ayer al hotel donde se hospedaba a su compañero de cartel, Sebastián Castella, que, a pesar de sufrir una cogida, fue el gran triunfador de la primera de feria.