Parados entre la desilusión y la ira

La Voz

PONTEVEDRA

04 may 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Marga ha trabajado hasta hace unos meses en una conservera de Poio y ahora acude a la oficina del Inem de Pontevedra para buscar trabajo. «Andas para un lado y para el otro, te contratan un mes sí y el otro no... no hay ningún trabajo decente», protesta, mientras agita los papeles que le han dado. Tiene niños pequeños, dice, y lo de tener que desplazarse no le parece demasiado bien: «Hasta Poio está bien, pero más lejos... no sé si me valdría». Marga asegura que una huelga contra la política de empleo del Gobierno del PP es necesaria: «Estaría muy bien, estoy de acuerdo con los sindicatos». «Estannos facendo uns contratos que non entendo», dice un chico que también sale del Inem. Él, su compañera y un amigo irán ahora de ronda por varias empresas de Pontevedra, dejando currículums y «deixándose ver». Aseguran que llevan años saltando de trabajo en trabajo, y que apoyarían una huelga general pese a que los sindicatos «cheiren un pouco». «Hai uns meses parecíanlles moi ben as novas medidas do Goberno, e agora queren que nos mobilicemos outra vez por eles», explica con una mueca de desagrado la chica. Su compañero le replica, mordaz: «Tiñan que darme no Inem un choio de liberado sindical». «En alguén teremos que confiar para que defenda os nosos dereitos», replica su amigo mientras desdobla un mapa demasiado aparatoso para una ciudad tan pequeña como Pontevedra. «Hay que apoyar la huelga» «La verdad es que trabajo nunca me ha faltado, pero no consigo repetir: he trabajado de peón, de camarero y de repartidor», cuenta en tono burlón otro joven con el pelo muy corto, que también sale de la oficina. «¡Claro que hay que apoyar una huelga!», clama, «ahora quiero comprarme un coche y ¿quién me lo va a pagar? Mi padre, naturalmente. A mí no me alcanza». «¡Ja!», se ríe una treintañera. Es periodista, dice, y «nunca, xamais me chegou unha oferta do Inem. Teñen que reformalo, porque a min é que non me deron nin un choio adecuado nin un non adecuado». Manuel se acerca a la cincuentena, y entra en la oficina del Inem para sellar su tarjeta del paro. «A min xa non me chulean máis os dos sindicatos», dice, con aire tristón, y se marcha.