Lo de que Ourense se va de matanza debe matizarse. Hay muchos que no. Es el caso de Manuel Rolán. Fácil saberlo incluso antes de preguntar cuando se pide opinión en una casa de turismo rural vegano. Así que la respuesta no sorprende. «De matanza no queremos saber nada, de eso poco puedo contar yo», replica amable Rolán desde el Caserío da Castiñeira, en Montederramo.
En el caserío no hay matanzas, pero en los alrededores muchas, como en todo el rural ourensano. ¿Nunca les han invitado a una, en una provincia que las vive muchas veces como un acontecimiento social? «Aquí son habituales, sí, pero la gente nos conoce y nos respeta. Nosotros no nos ponemos en plan agresivo con los vecinos por eso, pero desde luego que si nos preguntan, decimos lo que nos parece», señala. Claramente en el caso de una hipotética invitación, la negativa se sobreentiende.
Rolán apuesta por una alimentación en la que no tiene cabida ni la carne ni el pescado. «Nosotros cambiamos cuando empiezas a descubrir lo que hay detrás de los alimentos, que hay animales vivos que sienten, que tienen relaciones de cariño entre ellos», dice. Asegura no entender que haya «animales de primera y de segunda», y entonces busca el ejemplo de los perros. La legislación por maltrato a un can es mucho más severa que por hacerlo a un cerdo. Para él es lo mismo. Asistir a una matanza sería como ver cómo pillan a un perro, «lo pusieran así, lo desangraran y lo deshicieran para comérselo a cachos». Por eso, en esa empatía que dice tener hacia los animales, es que no entiende que la gente se los coma. Y además, hay muchas alternativas, remarca. «No es necesario matar a ningún animal para poder alimentarse. Existen muchos alimentos, y no hay que renunciar al sabor», señala.
en contra
Manuel Rolán Vecino de Montederramo