A las cigüeñas le gusta Ourense, aunque no traigan niños

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Amigas das Cegoñas

La población de aves registró un incremento notable, superando el medio millar de pollos

04 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Por san Blas, la cigüeña verás», dice uno de esos refranes nacidos de la sabiduría popular acumulada durante generaciones. Sin embargo, ya hace años que los ornitólogos y especialmente los aficionados a esta ave de andares majestuosos, han cambiado de santo. «Ahora decimos por San Nicolás, que cae en diciembre», aclara Nancy Blanco, la ourensana que preside la Asociación Amigas das Cigoñas. Y es que tienen razón los abuelos cuando aseguran que ya no hay inviernos como los de antes. El cambio climático ha provocado variaciones significativas en el comportamiento de muchos animales y estas aves son un ejemplo claro. Aunque eso no implica, como aclaran en este colectivo, que sea cierto que ya no migran, por mucho que esta afirmación se escuche cada vez con más frecuencia. «En Galicia ahora mismo la población está en aumento y la gente las ve más y está más atenta a si van o vienen, pero sí que se van. Aquí no tenemos invernantes, que es como se les llama a las aves que permanecen terminada la época de cría y no se marchan en ningún momento», explica Blanco.

Eso sí, ya no se dirigen a África. No hay necesidad de gastar esa energía que consume un salto de tres mil kilómetros teniendo comida suficiente sin salir de territorio europeo. «Se quedan mayoritariamente en el sur de la península, en zonas de humedales como Doñana, en el delta del Ebro, porque lo que sí es cierto es que en las últimas tres décadas el cambio climático ha generado variaciones en el comportamiento de todas las aves. Ahora, con estos inviernos más cálidos tienen más fácil encontrar alimento», argumenta. La especialista cuenta que la migración responde a un factor genético. «Lleva escrito en el ADN que tiene que viajar y cuando es joven es como un adolescente, le entra un bule bule y tira para allá. Pero la cigüeña no es tonta y cuando ya tiene tres o cuatro años se da cuenta de que está perdiendo el tiempo y que es mejor no pegarse esas palizas», resume.

Además de la existencia de más comida viva —porque muchos de los animales que integran su dieta no desaparecen como ocurría en los inviernos más fríos—, esta especie es carroñera y los vertederos en los que se acumula la basura de las ciudades son otro de sus comederos habituales. Precisamente esa también es la razón por la que se marchan de Galicia hacia otras zonas de la península Ibérica, en las que encuentran un número mayor de depósitos de ese tipo a cielo abierto.

De todos modos puede haber alguna excepción. De hecho el único censo de invernantes realizado hace dos años para la Sociedad Española de Ornitología arrojó una cifra de 30 ejemplares en toda la comunidad. Pero Nancy Blanco, que fue su coordinadora, recuerda que el trabajo se hizo en noviembre. «Las vimos porque ya habían empezado a regresar», concluye. De hecho la primera cigüeña de la actual temporada avistada en Galicia llegó el 28 de octubre según los datos que maneja la entidad. «En el pasado mes de julio se habían marchado todas», asegura Blanco. Los estudios de seguimiento reflejan que las que eligen la provincia ourensana inician el ciclo reproductivo en diciembre y entre enero y febrero empiezan a verse las crías.

Manuel Cid Pérez se preocupa de vigilar el estado de los nidos de cigüeña en la comarca de Maceda
Manuel Cid Pérez se preocupa de vigilar el estado de los nidos de cigüeña en la comarca de Maceda MIGUEL VILLAR

La mayoría está en A Limia

El proceso no es simultáneo en todas las zonas porque, según recuerdan, esta es una especie que ajusta perfectamente su ciclo de cría a la disponibilidad de alimento. «En A Limia, por ejemplo, suelen llegar y partir antes. En esta época ya hay movimiento de tierras y las charcas tienen mucho cangrejo americano, mientras que en junio aquello empieza a quedarse muy seco y como se usan bastantes pesticidas hay poco insecto», explica la presidenta de la asociación.

Esa comarca ourensana es además la que atrae a la mayoría de las parejas que eligen el territorio ourensano para anidar. De hecho es la segunda con más población de Galicia, después de la de Lugo, según los datos recogidos por esta asociación. En el 2018 hicieron el primer censo completo de la provincia y ya entonces destacaba la comarca de A Limia, con 190 de los 350 nidos totales. En el último recuento, el del año pasado, computaron 388 en todo el territorio ourensano y 267 eran limianos. La intensa actividad agraria de la zona explica esta proliferación. «No hay más que fijarse lo que pasa en la época de abonar. Donde haya una máquina esparciendo, están ellas detrás», ilustra. En la comarca de Xinzo se contaron la pasada campaña 332 de los 548 pollos volantones nacidos en la provincia. «Es una de las zonas en la que hay un crecimiento sostenido de parejas nidificantes», asegura Blanco.

La segunda en el ránking es el área de Maceda, que ha dado un salto espectacular en los últimos años. «En el 2004 había cuatro nidos y en el último recuento, cuarenta», apunta la responsable de este colectivo. De hecho ha superando a Valdeorras que hace unos años era una de las zonas con más ejemplares. «No sabemos qué ha pasado pero suponemos que tiene que ver con el cierre de los vertederos que había porque coincide con el inicio del declive y al no haber una agricultura tan intensiva como la de A Limia, no tenían mucha alternativa», razonan desde la asociación. En el último censo se quedó en 37 anidamientos con medio centenar de crías, frente a los 109 pollos que crecieron en tierras macedanas. El número de huevos que cada pareja saca adelante depende directamente de esas disponibilidad de alimento en cada zona y oscila entre uno y tres.

El territorio de A Gudiña, Viana do Bolo y A Mezquita ocupa el cuarto lugar en el recuento del pasado año, con un total de 17 parejas criadoras; mientras que en la zona de Trives, Castro Caldelas y Manzaneda registraron 8, igual que sucedió en la comarca de Verín. Por último, la localización con menor presencia de ejemplares es la integrada por las áreas de Ourense y Allariz, donde se ubicaron cuatro nidos y otros tantos pollos en la contabilidad realizada durante la última primavera.

Advierten del peligro de dejar plásticos y gomas en el campo o en zonas verdes

Aunque llevan trabajando desde antes, la asociación Amigas das Cegoñas se registró oficialmente en el 2019. «No es nuestra profesión, somos personas aficionadas a la ornitología que intentamos poner nuestro granito de arena para solventar carencias, problemas y situaciones que están desatendidas por las instituciones que deberían de ocuparse», resume la responsable de la entidad, Nancy Blanco. El colectivo ofrece asesoramiento y ayuda a los vecinos que detectan algún tipo de problema, como anidaciones en lugares peligrosos. «Intentamos asesorarles para que sigan las pautas adecuadas y no cometan las torpezas que a veces se ven, como tirar un nido sin avisar, por ejemplo», explica. También pretenden concienciar a la población del peligro que supone para los animales los plásticos y residuos inorgánicos que se abandonan en el campo y pueden provocar la muerte de estas aves.

Algunas de las últimas malas experiencias tuvieron lugar en la propia ciudad. El contrapeso de la grúa de las eternizadas obras del Museo Arqueolóxico de Ourense se convirtió en zona de anidamiento en el 2018 para una pareja que en la asociación han bautizado como Auria y Ramón. Allí se han producido ya dos accidentes con los pollos debido a los plásticos que llegan al nido acarreados por los propios padres: «Las crías terminan tragando o enredadas en este tipo de materiales. El primer año era un pollito de un mes y veíamos que el movimiento que hacía no era el natural. Avisamos, pero cuando subieron, estaba muerto». En el 2022 ocurrió algo similar, aunque en este caso el equipo de Medio Ambiente sí llegó a tiempo para salvar a una de las dos crías que se había enredado con una pata. Otro peligro son las gomas. «Las confunden con gusanos y se comen muchísimas. Eso acaba haciéndose una bola en el estómago que las mata», dice.

Para este colectivo, la implicación de la sociedad en la conservación de esta especie protegida es fundamental. «Es muy importante que la gente colabore en el seguimiento, que las mire y esté atenta para alertar de cualquier incidencia. Uno de nuestros objetivos es que en el medio rural sean los vecinos los que de alguna manera se encarguen de sus cigüeñas. Que estén atentos a cuándo llegan, cuántos pollos tienen y que sepan qué deben hacer y a quien deben de recurrir si, por ejemplo, uno se cae del nido. Que las sientan como algo suyo», resume Nancy Blanco.