Jácome vivió este martes un día de esos en los que gusta de ser alcalde. Se reunió, con todo la pompa protocolaria, con el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, para ponerse deberes uno a otro en clave de ciudad. Es curioso que la única reacción política conocida hasta ahora sobre esa visita llegara del PP. No tardaron mucho los populares de la ciudad en remitir un comunicado en el que censuraban la «precaria imagen institucional» de Jácome en ese encuentro. No les falta razón, pero es curioso que esas críticas salgan de su boca, cuando hasta hace poco eran socios de gobierno y sus concejales tragaban sapos mucho más grandes ante los constantes reproches y ataques del alcalde y por aquel entonces socio de gobierno. Asesores de sobra tiene el PP e imagino que su política de ataques a Jácome de aquí a las municipales estará más que estudiada, pero lo cierto es que suena casi a cachondeo. El sentido común en este caso dicta que lo mejor sería dejarlo correr y obviar la confrontación con quien ellos colocaron de alcalde y al que le dieron sustento hasta hace bien poco. Pero se ve que no, quizás el PP y sus asesores se agarren a la memoria de pez que a veces demuestra la sociedad. Quizás piensen que si critican mucho y muy alto a Jácome durante estos meses, el votante olvidará lo sucedido durante este mandato. Es una posibilidad. Mientras tanto, el alcalde ha puesto sobre la mesa sus prioridades de ciudad a Rueda y entre ellas sobresale el aquapark termal que valdría casi tanto dinero como el que no se ha querido gastar el Gobierno central hasta ahora en hacer una intermodal digna para Ourense. Cuestión de prioridades, todo sea por un tobogán de agua calentita en las riberas del Miño.