Tarjeta roja en O Ribeiro

Antón Giráldez TRIBUNA ABIERTA

OURENSE

Santi M. Amil

03 oct 2022 . Actualizado a las 13:44 h.

Aveces sucede que algunos buenos equipos de fútbol no paran de hacer el ridículo en la Liga. Y entonces pasa lo que pasa: el juego es ramplón, los resultados no acompañan, están hundidos en la clasificación, la afición se enfada, el público deja de acudir al estadio, el entrenador empieza a estar en entredicho y la directiva es abucheada cada vez que acude al palco. Etcécera, etcétera, etcétera.

Y sin embargo, el equipo es en teoría bueno. Tomados uno por uno los jugadores son buenos, el entrenador está avalado por un largo historial de éxitos, la directiva es ambiciosa y experimentada, los aficionados son innumerables y fieles a sus colores… Es decir, con todo a favor no son capaces de levantar cabeza.

No es cuestión de calidad. Es un problema de equipo. Resulta que nuestro equipo no es tal. Hay muchos intereses en juego y cada uno va a lo suyo: Algunos jugadores están pensando más en su promoción personal que en los progresos del equipo, otros están más pendientes de echar al entrenador para poner otro más manejable, otros tiran de pundonor y de güevos para poner orden en el caos, y así sucesivamente hasta conseguir que el equipo, nuestro equipo, se parezca más a un circo que a otra cosa. Mientras tanto, la directiva trata de ganar tiempo con excusas de lo más variado esperando que un par de buenos resultados arreglen la situación.

Pero en el equipo siguen cada uno a lo suyo, los resultados no llegan y las soluciones adoptadas son de lo más extravagantes. Eso mismo es lo que han dicho sus señorías a nuestro Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribeiro a propósito de la denuncia que presentaron los colleiteiros por el asunto de las tirillas o precintas de garantía de calidad: que este equipo no es tal equipo. Que las decisiones adoptadas son de lo más extravagante cuando no «inmorales», que carecen de causa justificada, que van en contra de lo que debería ser el interés general de la denominación, que el ente está manejado por un grupo de bodegas que van a lo suyo (y por algunos sindicatos agrarios que les hacen los coros) y que esta jugada no tiene un pase. Vamos que se han ganado una buena tarjeta roja.

Aunque, bien mirado, la tarjeta roja no es solo para el consejo regulador sino para toda la denominación. Unos por acción, otros por omisión, otros por ponerse de perfil, otros por… todos estamos concernidos por la sentencia. Nuestro Ribeiro más que una comarca enológicamente a la vanguardia es un avispero en el que cada uno va a lo suyo y así no hay manera de avanzar. Las tirillas son un ejemplo más de nuestro buen hacer aunque la contradicción, cuando no el caos, se extiende a todos los ámbitos: calidad sí, pero con rendimientos exagerados; modo treixadura sí, pero con un cuarenta por ciento de producción de palomino, vinos de castes sí, pero con la misma tirilla que los genéricos, etcétera. Pues eso, que tenemos mucha tarea por delante. Aunque nos han sacado una merecidísima tarjeta roja lo bueno es que aún queda partido. Y partido a partido se puede llegar muy lejos, Cholo dixit.

Antón Giráldez es viticultor