Voces de la cultura y también de la política se escucharon este viernes a las puertas del Museo Municipal. Señalaban con el dedo al alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, que en otra muestra de su errática forma de proceder decidió que el edificio abandone su actividad expositiva y que esta se traslade a la Sala Valente... El regidor, que ya nos ha acostumbrado al «como te digo una cosa, te digo la otra», aseguró primero que el museo se convertiría en un espacio administrativo, aunque esta semana sugirió que se dedique a una exposición permanente sobre el entroido. Otra cosa que tendría que hacerse mirar, por cierto, esa querencia que tiene ahora por el carnaval. En todo caso, un pequeño despropósito, además innecesario.
Pero la pregunta que conviene hacerse, por eso de ser sinceros con nosotros mismos como ciudadanos, es la siguiente: ¿de verdad todas las culpas son de Jácome? No se trata de comprarle esos argumentos cuantitativos que tanto le gustan, como si la educación o la cultura se pudieran valorar en kilogramos. Pero sí hay que mirar alrededor. ¿Cuántos ourensanos no vinculados directamente a la cultura o la política secundaron la propuesta de ayer? ¿Cuántos apenas levantan la cabeza de la caña cuando les pilla un acto de Emerxencia Cultural en una plaza? Pandemia al margen, ¿cuándo fue la última vez que usted visitó el Museo Municipal?
Está claro que en Ourense tenemos un problema con la cultura. Está claro que hay que defenderla porque nos construye como personas. Pero no todos los dedos pueden señalar a Jácome por mucho que él se empeñe en darle la razón a quienes le critican.