«Hay quien aún se infecta de la hepatitis C por jeringuillas, pero también por esnifar con cánula»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Ramiro Macenlle, facultativo del CHUO
Ramiro Macenlle, facultativo del CHUO CEDIDA

En el CHUO advierten de las relaciones sexuales sin protección

28 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En el horizonte fijado para erradicar la hepatitis vírica, la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene en Islandia su campo de pruebas. «Es un país pequeño y allí estiman que enfermedades como la hepatitis C podrían desaparecer en el año 2023. Y en España se baraja poder conseguirlo apenas uno más tarde», dice Ramiro Macenlle, coordinador de la Unidad de Hepatología del servicio de Digestivo del CHUO. Pero a su vez, él alerta de que aún es pronto para cantar victoria, porque ni siquiera hay una vacuna eficaz.

En Ourense, los profesionales sanitarios tratan anualmente a unas 40 personas diagnosticadas de la hepatitis C en la provincia, que tiene un tratamiento finito de entre ocho y doce semanas y llega a tener un porcentaje de éxito del 95 %. «Desde el año 2015, cuando se puso en marcha el Plan Estratégico Nacional con las nuevas vías para combatirla, quedan cada vez menos casos, pero la realidad es que es necesario seguir haciendo pedagogía porque la gente se duerme en los laureles», dice Macenlle.

Los factores de riesgo para contraer la enfermedad van desde el paso directo a un feto en fase de embarazo hasta el contagio por compartir una jeringuilla infectada. «Hace años era mucho más común por el tema de la droga que se inyectaba en vena. Y aún hay quien se contagia por esa vía, pero también por esnifar con cánulas que ya usaron otros», explica Macenlle. Los adictos, al introducir, el tubo en los orificios nasales, pueden llegar a generar heridas o traspasar restos de sangre infectada al siguiente que la emplee. Técnicamente, el dibujo es casi idéntico al de las jeringuillas. Al ser utensilios que no se desinfectan, el contagio de persona a persona es relativamente sencillo.

En este sentido, la aguja explica por qué tatuarse no debe ser una decisión para tomarse a la ligera. Y más concretamente, dónde hacerlo. «Es importante acudir a un establecimiento que esté homologado y que hay pasado las pertinentes inspecciones sanitarias. Se dan menos casos que hace años, pero los hay», avisa el facultativo del hospital ourensano.

Macenlle pone el foco en otra vía de contagio: las relaciones sin protección entre colectivos homosexuales. «Cuando se trata de hombres con hombres, nos hemos encontrado casos de gente algo más promiscua, que cambia habitualmente de compañía, apenas usa el preservativo, y cae más de una vez en esta infección porque repite los mismos errores pese a que siempre advertimos de ello», cuenta. Con todo, los contagios por vía sexual son más frecuentes en el caso de la B que la C.

El limbo temporal de los 70 y 80

Los contagios derivados de las transfusiones por parte de donantes de sangre y órganos obligaron ya a inicios de los 70 a que se elaborasen cribados en la lista de pacientes. En el año 1972 se instauró la obligatoriedad de las pruebas de detección de la hepatitis B, pero no fue hasta casi dos décadas después cuando se hizo lo propio con la C. Desde entonces, la cuestión se mira con lupa.