Dos supervivientes del covid-19: «Ahora, en un gesto normal, el cuerpo te dice: ¿A dónde vas?»

Pablo Varela Varela
p. varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE

CEDIDA

Laura Martínez y Ángeles Puga estuvieron el pasado viernes en el acto de entrega de las Medallas de Galicia

27 jul 2020 . Actualizado a las 19:24 h.

El acto de entrega de las Medallas de Galicia, celebrado el pasado viernes en Santiago de Compostela y que homenajeó el trabajo de los profesionales sanitarios autonómicos, reunió a dos supervivientes de la uci covid-19 del CHUO que, aún hoy, pelean contra la herencia envenenada que deja la enfermedad.

María Ángeles Puga, de 71 años y vecina de Paderne de Allariz, conoció a Laura Martínez, de 34 y residente en O Barco de Valdeorras. La primera estuvo más de 40 días en la zona de críticos específica para enfermos de coronavirus; la segunda, algo más de 20. Las dos advierten ahora sobre los brotes que aparecen a lo largo y ancho del país pese a que se emplazaba una hipotética segunda ola de cara al otoño. «Y el caso es que ya estamos viendo problemas cuando aún ni ha pasado el verano», dice Laura.

Ella conoció a María Ángeles por la prensa, y ambas fueron reclamadas por la Xunta hace algo más de una semana para poner rostro al agradecimiento ciudadano por el trabajo de los sanitarios durante la epidemia. Estando en Santiago, una facultativa de Atención Primaria del área sanitaria de Pontevedra que se acercó al acto les contó su experiencia. «Nos dijo que antes incluso de que comenzase el estado de alarma, ella ya se había contagiado. Y que todavía seguía peleando para volver a ser la misma, porque sentía la necesidad de cuidar de sus pacientes pero ya no se notaba igual de fresca que antes de la enfermedad», explica Laura.

Esta berciana afincada en la comarca de Valdeorras también sigue en su pelea particular por volver a ser la de siempre. «Ahora, en un gesto normal, el cuerpo te dice: ‘¿A dónde vas?’», cuenta. María Ángeles, por su parte, va dando pequeños pasos. Ya solo precisa la bombona de oxígeno por las noches, cuando antes era su compañera las 24 horas. «Cuando salí de la uci yo me quería morir. Y ahora estoy muchísimo mejor, pero esto no ha desaparecido del todo. El que piense que las secuelas por el coronavirus se van en dos meses está totalmente equivocado», avisa.

En su caso, le facilitaron una pequeña mochila adaptada a la bombona de oxígeno para que pudiese dar pequeños paseos según avanzase la recuperación. «Pero esto no va tan rápido. Los esfuerzos se notan y pierdes mucha masa muscular tras infectarte. Así que actos como el del viernes también sirven para poner en valor el trabajo de los fisioterapeutas del CHUO, que hicieron un trabajo estupendo para ayudarnos a que la enfermedad no nos pasase más factura todavía», añade.