Laura Martínez: «Fui a elegir el vestido de novia y al día siguiente tenía agujetas como si corriese un maratón»

María Cobas Vázquez
M. Cobas O BARCO / LA VOZ

SOCIEDAD

Martínez ha vuelto a su pueblo natal, Matarrosa del Sil en el Bierzo
Martínez ha vuelto a su pueblo natal, Matarrosa del Sil en el Bierzo Santi M. Amil

Con 34 años recién cumplidos, trata de volver a la normalidad tras pasar 21 días en la uci en Ourense

27 jul 2020 . Actualizado a las 18:56 h.

Tenía algo de tos y sus amigas insistieron para que fuese al médico. Pero aunque llevaba casi un año viviendo en Valdeorras, Laura Martínez (Matarrosa del Sil, 1986) todavía no había pasado por el centro de salud, así que decidió ir directamente al hospital comarcal. Y se quedó ingresada. El coronavirus le había provocado neumonía. Su situación cada vez era peor, así que decidieron trasladarla al CHUO y acabó en la uci. Veintiún días pasó en la unidad de cuidados intensivos hasta que pudo ser trasladada a planta, y finalmente, el 6 de mayo, le dieron el alta. Había pasado 48 días hospitalizada. Optó por volver a casa de sus padres. Y allí sigue, un mes después, recuperándose.

Laura es todo optimismo y vitalidad, y le echa todas las ganas del mundo, pero volver a ser la que era se está haciendo largo. Sobre todo porque ha estado casi un mes esperando a que desde la Junta de Castilla y León le diesen rehabilitación, y eso la enfada: «La diferencia es recuperarme del todo, que es lo que me dicen, o quedarme al 70 %». Por eso en este tiempo ha estado intentando avanzar, recuperando algunos de los ejercicios que hacía con la fisioterapeuta en el CHUO. «Ya pudo andar casi un kilómetro», cuenta como todo un reto. Y lo es, asegura, «para alguien que ha estado como una marioneta, que me movían o no me movía». Todavía no puede pasear al perro. «Es un buldog inglés, y tira más que yo», explica. Tampoco puede con el carrito de la compra, y agacharse para hacer la cama se torna tarea imposible.

«Ya puedo andar casi un kilómetro»

«Voy poquito a poquito», señala. Lo dice, pero luego su cabeza va mucho más rápido. «Estar parados no nos viene bien», señala, en referencia a los que han pasado por la uci. Así que ha vuelto al ganchillo (cuatro de sus amigas están embarazadas, así que está preparando cosillas para los bebés), ya está diseñando el jarrón que quiere modelar y después cocer en la escuela de cerámica del pueblo, se ha puesto a ojear el temario de las oposiciones que tenía en proyecto y... sobre todo, sigue con los preparativos de su boda con Jairo, su novio.

Su enlace estaba ya fijado antes de que el coronavirus viniera a trastocar todos sus planes, pero Laura tiene claro que en septiembre se casa. Y lo que ya se preveía como una fiesta, será un fiestón, porque será el momento de celebrar que ha pasado el coronavirus y de reunir de nuevo a la familia. Sigue con los preparativos, que ahora le cuestan un sobreesfuerzo. «El sábado pasado fui con mi madre a elegir vestido. Yo me probé solo dos, porque había visto uno que me gustaba y tenía claro que si me quedaba bien era mi vestido, y otro que le gustó a mi madre. Entre probar, poner complementos, mirar si cambiábamos alguna cosa, me pasé dos horas y media en la tienda, y dos horas de pie... Al día siguiente tenía agujetas como si corriese un maratón», cuenta. Si hubiese tenido vestido, probablemente tendría que cambiarlo, porque en estos meses ha perdido 25 kilos.

Sigue con su recuperación. «La fisioterapeuta me dijo que viendo la fuerza de voluntad que le pongo, en nada estaré bien, porque dice que soy más cabezona que el cuerpo», señala. Y ella lo refrenda. «Tengo 34 años recién cumplidos, yo no quiero quedarme encerrada en casa».