El resurgir de los otros entroidos

maite rodríguez / m. cobas OURENSE / LA VOZ

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CEDIDA

Numerosos pueblos llevan años tratando de recuperar figuras típicas de una fiesta que cada año atrae a más gente

21 feb 2020 . Actualizado a las 14:00 h.

Ourense presume de tener un entroido con décadas (e incluso siglos) de historia que superó la censura del franquismo para seguir siendo una fiesta del pueblo. Pasó en muchos sitios, pero en otros, por la dictadura o por la despoblación del rural, se fueron perdiendo las tradiciones. Algunos quizás no resurjan nunca, o tal vez sí, ahora que casi ningún pueblo quiere renunciar a su historia y se investiga para recuperar el entroido. Es lo que ha pasado en varios puntos de la provincia, recuperando personajes singulares que se han convertido también en reclamo turístico.

El follateiro es el personaje del entroido de Lobios
El follateiro es el personaje del entroido de Lobios Agostiño Iglesias Otero

La tradición de cubrir la ropa con follatos (hojas de maíz) estuvo presente en pueblos de ambos lados de la sierra del Xurés. Marta Delgado, de la asociación de follateiros, tiene constancia de que en las aldeas portuguesas de Outeiro, al otro lado del embalse de Parada, y en A Cela también tenían antiguamente esta costumbre de cubrir con los follatos los farrapos o ropa vieja. Para hacer los trajes, un proceso laborioso, hicieron talleres desde antes de Navidades en el CEIP do Xurés de Lobios, con unos 50 niños, y también en localidades como Ganceiros o Xendive.

Del maíz salen todas las partes del traje, los follatos que cubren las prendas, pero también los granos de colores -rojos, amarillos o negros- que decoran la máscara de cartón o los cinturones o corpiños femeninos, que se hacen con el carozo de la mazorca. Marta Delgado explica que esta es una tradición muy antigua que refleja la cultura común a ambos lados de la raia sin frontera. «La gente mayor lo cuenta. Mi abuela me lo decía, aunque nunca me llegó a hacer el traje. No se le daba valor. Ahora queremos ir a grabarlos para que quede documentado», indica.

Un grupo de una treintena de follateiros ya participaron en la última edición de la Vibo Mask, en Viana do Bolo y Vilariño, y allí se vio al personaje en acción. Durante la fiesta, los hombres llevaban un palo para faldricar o levantar la falda a las mujeres, mientras que estas portaban un toxo en la punta del palo para evitar que se las levantaran. Otra de las tradiciones que quiere recuperar la asociación es la fiesta de San Miguel en Lobios, a finales de septiembre, época en la que se apartaban los follatos para el traje y se hacía A Respiga, una fiesta comunitaria con juegos en los que se usaban partes de la planta del maíz.

Las madamas de Matamá van tapadas con colchas viejas
Las madamas de Matamá van tapadas con colchas viejas

Los peliqueiros de Laza son sobradamente conocidos, pero no es el único personaje del entroido. En la aldea de Matamá existían las madamas, que dejaron de salir en algún momento y ahora llevan unos años siendo habituales en entroido. Son mujeres (u hombres que se cuelan disfrazados) vestidas con colchas antiguas (de flores, de colores, y también lisas) de la cabeza a los pies. Un hombre se encarga de hacer de guía «para que non se metan con elas e non intenten destapalas», explica Rosa Boo, vecina de Matamá. Porque el objetivo es que nadie sepa quién es la madama, por lo que está permitido meter ropa de más bajo la colcha para parecer más gorda, o cambiar la forma de caminar. Las madamas se mueven bailando, y van entrando en las casas de la aldea. ¿Cuándo? Eso también es un misterio. Puede ser cualquier día a partir de Reyes, aunque ese dato nunca se hace público. «Saen sempre pola noite», es todo lo que concreta Boo. Este entroido ya se han dejado ver, y no se descarta que vuelvan a protagonizar alguna noche más.

O Boi y O Charrelo son personajes del entroido de A Veiga
O Boi y O Charrelo son personajes del entroido de A Veiga

En A Veiga llevan tres años tratando de recuperar los personajes del entroido desde la asociación cultural O Son de Trevinca. Comenzaron con una investigación de la Universidade de Vigo y del antropólogo Carlos Ares, que recogieron los recuerdos de los mayores. «A pena foi non telo feito 30 anos antes», lamenta la presidenta de la agrupación, Manoli González. Explica que la «emigración masiva» que sufrió la localidad entre los años sesenta y ochenta hizo que se perdieran muchas tradiciones del entroido. Siguen trayendo figuras a la memoria, y tienen recuperados el charrelo, cuya misión era asustar a los niños y a las mujeres, a quienes perseguía con un palo con una pieza de cuero en el extremo; el zamarreiro, que iba vestido con abrigos hasta los pies (el de Corzos), mientras que el de Vilanova llevaba pieles de oveja; la muerte o las fareleiras.