«Debemos recuperar nuestras vidas, pero a veces es difícil»

Cándida Andaluz Corujo
c. andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Nazaret Montes y Noelia Chavaud perdieron hace tres meses la caravana en la que vivían

02 abr 2019 . Actualizado a las 08:05 h.

El 7 de enero de este año, un día después de Reyes, la familia de Noelia Chavaud y Nazaret Montes se quedó sin casa. Sin las dos caravanas que se habían convertido en el hogar de este matrimonio con dos hijos, uno de ellos recién nacido. Han pasado tres meses y no queda huella física del incendio que dejó en cenizas todos sus recuerdos. Fueron semanas de extrema solidaridad con la familia, de donaciones que les han servido para aliviar los primeros momentos del desastre. Pero las secuelas siguen presentes y les está costando regresar a su anterior vida. «Hubo mucha solidaridad y estamos muy agradecidos. Nos donaron dinero, una lavadora, nevera... Notamos mucho apoyo y eso fue muy importante para nosotros», explica Noelia. Señalan que están intentando recuperar lo poco que tenían, aunque «las cosas van despacio».

En la actualidad viven con la madre de ella y aunque subrayan que con la familia están bien, Noelia enseguida añade: «Quien casa, casa quiere». Eso, en realidad, es lo de menos. La caravana era también su modo de vida. El transporte que les permitía ir de localidad en localidad para participar en fiestas con sus hinchables. «Nosotros vivíamos ahí pero también la necesitábamos para dormir cuando íbamos a las ferias». Eso hace que ahora no puedan trabajar de la misma manera, aunque esta semana un pariente les ha dejado una caravana que todavía tienen que retocar. Una provisional que les servirá para ir empezando. «Debemos recuperar nuestras vidas pero a veces es difícil», subraya Noelia Chavaud. Ambos se afanan estos días en prepararla para seguir adelante y no perder la esperanza. Noelia afirma que ahora lo que les falta es el ánimo: empezar con 34 y 37 años y con uno de sus hijos con 9 años. «Nos acordamos de todas las cosas personales que perdimos, incluso de la ropa. De los recuerdos. Mi hijo empieza a preguntar por sus cosas. Me dice, por ejemplo: ‘Es que me gustaba mucho mi cama, no tengo armario,... Eran sus cosas, pero poco a poco lo iremos llevando», afirma la madre.

Se sienten afortunados, eso sí, por poder estar con la familia. Y explican que muchas de las cosas que les fueron donadas y no necesitaron las enviaron a Cáritas. «Llevamos dos furgonetas para Vigo y también vinieron los de Ourense. Decidimos quedarnos con lo básico y el resto donarlo», explica.

Ahora solo piensan en poder volver a trabajar e iniciar lo que serán sus recuerdos en el futuro. Han perdido, entre otras citas, el entroido de Xinzo, donde iban de forma habitual con sus hinchables. Tres meses parecen pocos para recuperar una vida, sobre todo cuando en ocasiones las fuerzas flaquean.