En el centro de la marabunta

tareixa taboada OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Pintura con aroma de bohemia de Antonio Villanueva en el espacio de arte Roberto Verino

01 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Desear ser otra persona es un desperdicio de la persona que eres», Kurt Cobain.

La magnífica obra de Antonio Villanueva, puede disfrutarse en la excelente colección privada que el mecenas José Antonio González Pazos, Toncho acerca al público en el dinámico Espacio de Arte Roberto Verino. Un innovador y revolucionario concepto de espacio expositivo alternativo que integra el arte contemporáneo en nuestra cotidianidad, aproximando la expresión plástica al espectador y ampliando su visibilidad y su influencia en nuestras vidas.

En esta muestra, el que fue ilustrador de Pueblo hace un recorrido plástico por los cafés herederos de la vieja bohemia parisina, en las terrazas de la Ibiza de los 70 y en la movida madrileña de los 80. Del café de la Place St Paul de Vence, al paseo de Santa Eulalia, de Cadaqués a Viena. Desarrollando un proyecto sugerido por el fotógrafo Pedro Kramreiter basándose en la Viena de los cafés, captando ese alegre bullicio de suma de soledades compartidas y la exuberancia multicolor en rápidas tintas o acuarelas que transmiten esa atmósfera de ocio a través de unas pinceladas escuetas y unos fondos insinuados y envolventes. Sin necesarios esquemas perspectivos, alterando la visión instantánea o su memoria con una intensidad sinestésica perceptible y sugestionable urgente y relativo.

De la turgente vanguardia a la simetría del equilibrio y el clasicismo, del caos al orden, de la acción a la serenidad. En su obra se plantea la bipolaridad del artista como animal social y sus funciones y disfunciones respecto a la inmersión en una vida social activa y la necesaria soledad creativa y su aislamiento y retiro exigido y elegido.

La amplía trayectoria del artista se cierne en torno a grandes bloques temáticos.

Pintura hasta 1985: Villanueva se empapa de todas las influencias Pop y Rauschenberg, de la luz mediterránea y del Tao. En esta época surge el proyecto Las Señoritas de Avinyó como estudio gestual de la obra de Picasso. Esta influencia está presente en la obra Casa de chicas y otras escenas de burdel. Los personajes esbozados carecen de la exultante vitalidad del anterior de Picasso, en el que las mujeres se presentan soberanas y propietarias de su cuerpo y de su sexo. La mirada es, por el contrario, en esta obra, masculina, degradante, una visión del gran supermercado de la carne y del empoderamiento histórico masculino consentido y asumido condescendientemente. Un sutil bodegón marca en la esquina inferior derecha una segunda naturaleza muerta. La misma mirada puede apreciarse en el desnudo femenino en el interior de un café. Recuerda conceptualmente la ruptura que realizó en su momento, el histórico Le Déjeuner sur l´Herbe de Manet, con un dibujo próximo a las épocas azul y rosa de Picasso y la captación del ambiente parisino de mediados de siglo. Sin embargo, el tratamiento que realiza de la mujer en sus obras es símbolo de belleza y respeto.

Esa alegría y despreocupación se transmite en el movimiento congelado del Salón del billar, en las visiones desde la terraza del Sandy´s Bar en Ibiza, en el momento en que el artista se transforma en flâneur diletante y en el hieratismo solemne de Orquesta.

Los volúmenes se reducen y simplifican en una geometría propia de Cézanne y heredera del Cubismo, dominando la tensión de las masa de color, en la autonomía de los volúmenes, resueltos como simplicados óvalos, los rostros anónimos, sin interés por singularizar los personajes, tomados como seres en extensión, sin particularidades, marca la anomia del siglo.

De inquietud autodidacta, Antonio Villanueva se siente atraído por los grafismos en distintas tipografías que inserta en sus obras como elemento constitutivo del cuadro, estructural y plástico, de sus caracteres y en el trazo. Y que han ido tomando protagonismo, en el espacio plástico, integrando anotaciones musicales como incisiones en la textura de la epidermis del cuadro. Villanueva explora los límites entre figuración y abstracción, el equilibrio entre la imagen y el espacio vacío, con tendencia al orientalismo y al Tao. El artista experimenta con distintas técnicas tales como tinta china, acuarela, collages, e ilimitadas investigaciones con técnicas mixtas.

Los cuartos traseros de un caballo se alejan al galope en violento escorzo, remite a las carreras de caballos de Sisley y la serie dedicada al Derby de Epsom de Théodore Géricault entre la veracidad del trazo en movimiento y la pincelada envolvente y atmosférica de la mancha.

crítica de arte

Antonio Villanueva se siente atraído por los grafismos en distintas tipografías

Al artista le gusta explorar los límites que existen entre figuración y abstracción