«Aquí no hay puentes, todo es autovía»

Fina Ulloa
fina ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

Iago Gutiérrez trabaja en hostelería desde los 16 años y lleva dos negocios

25 jun 2012 . Actualizado a las 07:10 h.

Lleva media vida en la hostelería, un sector en el que ya trabajaba su padre. Asegura que le entusiasmaba verlo moverse detrás de la barra y relacionarse con los clientes, aunque a él, de pequeño, lo que de verdad le hacía ilusión era ser actor de películas de acción. Luego pensó en estudiar historia pero reconoce que su poca predisposición a los estudios acabó por decantarlo hacia una profesión de la no se arrepiente, a pesar de que los primeros años fueron duros, y del coste en la vida personal.

-Con dos negocios hosteleros entre manos ¿cuándo duerme?

-Duermo muy poco, una media de cuatro horas, porque a mediodía voy a buscar al niño al cole y después de comer y llevarlo a la guardería, vuelvo a empezar. Lo más duro es el fin de semana, que estoy por el día en el Miudiño y por la noche en el 30ytantos, que montamos el año pasado.

-Sin miedo a la crisis

-Nos lanzamos a la aventura. Pensamos: ya escampará, ya pasará... pero no pasa. Pero no nos podemos quejar porque vamos cumpliendo objetivos. Y además aunque haya meses muy malos, como hubo, y quieras tirar la toalla ¿a quién se la tiras? Mientras vaya dando para mantenerse no hay problema. Ya vendrán tiempos mejores.

-Si no llegasen ¿se dedicaría a otra cosa o lo intentaría en otro lugar?

-Yo creo que si me quedase en paro no tardaría en encontrar otro trabajo, o abriría cualquier otra cosa. Yo creo que el que quiere trabajar, trabaja. Cuando oigo a alguien que dice «esto no es lo mío» siempre pienso que lo suyo será comer, como todo el mundo.

-¿No está cansado del ritmo?

-A mí me gusta porque interactúas con el público y no es un trabajo que todos los días sean lo mismo. Pero es cierto que cuando entras en hostelería lo primero que deberían de decirte es que te olvides de los domingos, del verano y de los festivos. Aquí no hay puentes, todo es autovía, y cuando los demás disfrutan, tú trabajas doble.

-¿Es todavía una profesión poco valorada?

-Aún hay quien ningunea al camarero, piensa que estás ahí para servirle y el servilismo se abolió hace mucho tiempo. Estás ahí para ponerle bien una copa, de la misma manera que su peluquero está para cortarle el pelo y no se le ocurre tratarlo como alguien inferior. Hay dos estigmas que en este sector no nos damos quitado de encima.

-¿Cuáles?

-Eso de que a la tercera invita la casa, que no entiendo, porque yo si voy a una inmobiliaria y compro dos pisos no me regalan el tercero; y la otra es la de que el cliente siempre tiene la razón. A esa yo le pongo siempre una coma y añado: hasta que se la quita el camarero.

-¿Le gustaría que su hijo fuera el tercero de la saga?

-No. O por lo menos que no empiece tan joven como yo. Prefiero que viva, y si le gusta el sector, que se especialice y se haga cocinero, por ejemplo, que esos sí que son valorados.

-¿Sale de copas?

-Pues no, porque llevo muchos años en esto y casi ni te apetece, pero también porque no estamos en Madrid donde cambias de barrio y nadie te conoce. Aquí me conoce todo el mundo y al final estás donde están tus clientes y no desconectas.

-¿Se ve en otra ciudad?

-Me gustaría abrir algo en Londres o en Australia.