Recuerdos en amarillo

OURENSE

06 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Me gustan las mimosas. Me recuerdan a la infancia. A los viajes por la nacional con las ventanillas bajadas. A la aventura de zambullirme en el amarillo y arrancar una rama.

Me gustan las mimosas. Cuando todavía hace frío me acercan a la primavera. Huelen a tarde libre. Tienen aroma de paseo en camiseta.

Me gustan las mimosas porque me transmiten energía. Porque son del color con el que pintan el sol en sus libretas los niños de parvulitos. Porque son independientes, libres, osadas.

Supongo que puedo decir que me gustan las mimosas porque no soy bióloga ni ecologista. Porque no conozco, con detalle, qué trama, a unos metros bajo tierra, la Acacia dealbata. Cuando creemos que la globalización es algo que nos hemos inventado nosotros recordamos que la mimosa llegó de Australia hace décadas para trabajar en el campo. Ahora en el campo no se trabaja. Se sobrevive. Y las mimosas, ociosas, se dejan llevar. No hay nadie que las vigile como las vigilaba antaño. Por eso ahora, aunque me gusten, reconozco que son muchas más de las que recuerdo. Que no son la mancha amarilla, la sorpresa, en medio del paisaje. Que ya no parecen algo tan especial, tan distinto, como cuando yo era una niña y ellas el aviso de que pronto podríamos sacudirnos el invierno.

Quién me iba a decir a mí que esa planta que siempre me quería llevar a casa acabaría llegando al Senado. El BNG pedirá que un plan contra la invasión. Y a mí me invade la morriña.