Ourense con Aminetou

OURENSE

La jornada solidaria con el pueblo saharaui pasó de la alegría a la confusión por la situación de Haidar

05 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Iba a ser una jornada solidaria. Doce horas compartidas en la distancia con Aminetou Haidar. Doce horas de lucha silenciosa y pacífica para que pudiera volver a su casa con los suyos, pero llegó a convertida en una auténtica fiesta, apenas unas horas antes de que las doce horas llegaran a su fin.

La noticia de que la activista saharaui volvía a su hogar en un avión medicalizado llegó a la carpa solidaria de la Praza Maior ourensana cuando se ultimaban los preparativos para una conexión a través de videoconferencia, con la propia Haidar, prevista para las ocho y media de la tarde.

A esa hora, la conexión ya era imposible, del mismo modo que la alegría era desbordante en todas las oenegés y asociaciones de la ciudad que habían participado en la iniciativa. Para los saharauis, auténticos protagonistas, esa fue la hora de la victoria colectiva.

Símbolo de esperanza

Y es que a las nueve y media de la mañana, cuando se abrió la carpa, la pacifista era para todos el símbolo de la dignidad. A las siete y media de la tarde, se había convertido, además, en un símbolo de esperanza.

Sin embargo, la fiesta se volvió amarga cuando, más tarde, se supo que Rabat negaba el permiso necesario para que el avión de la activista pudiera aterrizar.

La fiesta quedó reducida a un inmenso interrogante y a la frustración de quienes se habían sentido, minutos antes, un poco más libres.

Al cierre de esta edición, todavía no se había concretado la situación de Aminetou Haidar.