La paz que reinaba en la mañana de ayer entre los romanos y los castrexos en el campamento base no tiene nada que ver con la campaña bélica que protagonizarán en la tarde de hoy. A un lado los castrexos -con sus cabañas realizadas en paja y madera- se desperezan poco a poco de una noche larga, eligiendo en la mayoría de los casos la cerveza como pócima revitalizante. Al otro, lo romanos, con sus trajes de gala merodean por el campamento de un lado a otro, siempre pendientes de sus suntuosas mansiones. Reina la calma chica en la zona y es por eso que la jornada de ayer consistió básicamente en divertirse, bien de manera individual o colectiva, de las actividades.
La Alameda de O Toural es la referencia. Los cuarenta grupos de celta y romanos que participan en la fiesta se despertaron casi al mediodía para iniciar cada una de las actividades de la jornada. Una mujer -de ninguno de los bandos y ataviada con ropaje de finales del siglo XX- se afana en practicar el tiro con onda gracias a la ayuda de un castrexo al que parece que tampoco se le da demasiado bien. No importa. No hay prisa.
Fue por la tarde, sin embargo, cuando la actividad se hizo más intensa con varias citas de referencia. A media tarde se celebraron las Bodas y los Nasciturus , rituales de casamiento y de iniciación a las religiones romas y castrexa y la posteriormente la Sesión do Senado . Uno de los puntos de referencia de la fiesta a través del cual se dan a conocer las actualidades del momento. La jornada terminó con una cena espectáculo. Otro momento de confraternización de los grupos que compartieron un extenso menú consistente en lechón, pollo asado, carne ó caldeiro, chorizos, pan y vino en una enclave en el que hubo cabida para los danzantes, bailarinas o malabaristas. Ninguno recordará esos momentos hoy, cuando se reten en la batalla.