CANTONES | O |

12 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

TODO está preparado. La provincia se arma con baterías de larga duración para afrontar una segunda quincena de julio y un mes de agosto completito en cuando a acontecimientos festivos. Tantos que casi no caben en el calendario. Tantos que los días libres podrían hacer a uno rico en la reventa. La Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia, el Folión Castrexo de Celanova, la Festa da Bica de Trives, la Festa do Esquecemento de Xinzo, la Festa do Pemento de Arnoia, A Ramallosa de Celanova, la Festa do Burro Cansado de Muiños, la Festa de san Roque de Celanova, la Festa do Pulpo de O Carballiño, la Festa Medieval do Leitón de Maceda, la Festa da Empanada de Allariz, la de los Callos Limiaos de Lobios, la Festa de Istoria de Ribadavia o la Festa da Vendima de Leiro. Eso será la provincia en las próximas semanas, sin contar con las pequeñas celebraciones patronales de núcleos más reducidos a los que no les llega el presupuesto de las fiestas para promocionarlas casi más allá que hasta el pueblo vecino. Está bien eso de que las fiestas sean en verano por lo de las vacaciones y, sobre todo, por la llegada de los emigrantes a sus pueblos de origen. Reflexionando un poco a uno se le ocurre pensar que no existe cuerpo que aguante todos los envites ni bolsillo que lo resista, aunque se empeñen los programadores festivos, que no se sabe bien quienes son. ¿Y qué nos queda para el invierno? Poca cosa, aquellas celebraciones más extendidas a nivel nacional, que si la Navidad, que si Semana Santa. Pero a mí es entonces cuando el calor desaparece y me apetece entrar en movimiento, cuando desearía que a alguna localidad se le hubiese ocurrido haber programado una de esas fiestas que les da nombre. Pero no. En invierno la provincia se despega de su disfraz de fiesta y la monotonía, acompañada del frío, tiñe los avatares de sus vecinos, que somos todos.