Amores paternales

ANTONIO NESPEREIRA

OURENSE

AL MARGEN | O |

24 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

LOS ANALISTAS políticos se esmeran estos días en trasladar a la opinión pública sesudos comentarios que desmenuzan el cisma que vive el PP gallego. Los argumentos se sustentan en sólidas bases, en racionales explicaciones sobre los entresijos de un partido que tiene agrietados los cimientos, en aportar opiniones sobre un partido que se fagocita. Sin duda que las razones expuestas son de peso. Sin embargo, da la sensación de que las vísceras tienen mucho que ver en el arriesgado órdago que José Luis Baltar ha lanzado a Fraga. Las muchas horas de convivencia familiar del líder ourensano han permitido, tal vez, otorgar a su primogénito una importancia tal que hasta le marque los tiempos y la estrategia política. Son indisimuladas las ambiciones del vástago en el terreno político, como lo son las pretensiones de su progenitor de procurarle un brillante futuro a su sombra. ¿A qué precio? ¿De quién es la culpa? ¿Del hijo consentido o del padre consentidor? Quizá de ambos porque, como reza aquella frase, «tener hijos no le convierte a uno en padre, como tener un piano no nos vuelve pianista».