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28 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.SE HA muerto Manolo Ferrol, de los pocos fotógrafos capaces de expresar con una imagen un siglo de historia de este país. La emigración. Todavía sobrecoge observar la instantánea en la que padre e hijo comparten el mismo gesto de llanto en el momento de la despedida. Un hasta pronto que quizá sería un adiós. Padre e hijo ponen un larguísimo paréntesis a sus vidas. Quizá nunca más se hayan vuelto a ver. Y aunque se hayan reecontrado, su existencia jamás sería como antes de la separación. Pienso ahora si no serían de Ourense. Podrían serlo, porque de emigración aquí se sabe bastante. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Ya no saca fotos Manolo Ferrol, pero la gente se sigue yendo, en silencio, como siempre, y poniendo tierra por medio. Con móvil en la mochila para no escribir a casa, pero se van. Por eso, emprendedores que siguen creyendo en esta tierra merecen casi una genuflexión, aunque sean pocos y poco reconocidos. Esta semana uno de ellos, Manolo Franqueira, recibía un homenaje por su labor al frente de Coren. Si Ourense pariese valientes así con cierta frecuencia, Manolo Ferrol nunca hubiese alcanzado tanta fama.