El término alemán leitmotiv, se traduce como «motivo conductor», es un término acuñado por Richard Wagner que describe la melodía recurrente que define una obra artística. En el contexto político del éxito del presidente argentino Javier Milei, este concepto encuentra una aplicación precisa. Sus propuestas de Gobierno y su identidad pública están ineludiblemente ligadas a un potente leitmotiv: la libertad. Para Milei, la libertad no es una opción política entre otras, sino el principio moral, económico y social que debe regir a la nación. Su adhesión a la escuela del liberalismo libertario lo lleva a concebir el Estado como una «organización criminal» que coarta la libertad individual mediante la coerción fiscal y la regulación excesiva.
El mileitmotiv de la libertad se manifiesta en la tesis de que el crecimiento y la prosperidad solo se logran a través del libre mercado y la mínima intervención estatal. Su objetivo es devolver a los individuos el poder de decisión sobre su riqueza y sus intercambios, promoviendo la propiedad privada y la competencia. El eslogan «¡Viva la Libertad, carajo!» se ha convertido en su firma personal que conecta con el hartazgo de una gran parte mayoritaria de la sociedad argentina ante décadas de crisis económica y alta inflación. El mileitmotiv ha aglutinado el sentimiento antisistema, culpando a la «casta política» de oprimir a los ciudadanos y robarles su futuro a través del gasto desenfrenado y la emisión monetaria. La reiteración de la libertad como solución a todos los males argentinos resulta un leitmotiv bien ejecutado. Cada medida de Gobierno, desde la desregulación económica hasta la eliminación de organismos públicos, se justifica bajo el paraguas de «más libertad, menos Estado».
El mileitmotiv no es solo una posición ideológica; es un nuevo paradigma a través del cual sus seguidores entienden la realidad argentina. Es el tema principal que ordena el caos percibido de la política y la economía, ofreciendo un único camino de salida. Esta sencillez y contundencia temática explican su éxito en el escenario político. Contra todo pronóstico de peronistas y kirschnerianos que llevan gobernando la Argentina durante décadas con el resultado de una economía devastada y una población empobrecida, los argentinos han dado su apoyo mayoritario al mileitmotiv, como única alternativa.
Seguido por los jóvenes, quizás por su estética y modales rocambolescos, así como la difusión de su programa por las redes sociales, ha sabido transmitir sus propuestas de forma insólita y crudamente real hoy día en política: «no hay plata» y «la vamos a pasar muy mal». Los resultados le acompañan, falta confirmar si el éxito se afianza, porque de ser así, el mileitmotiv, puede provocar un cambio político global en América Latina y gran parte del socialismo. Habrá que mirar a ver.