Finalizó el curso. Siempre valoramos el resultado de los alumnos, sus calificaciones. Podemos sentirnos mejor —o no tan bien— con los resultados. Lo que importa es si ellos han aprendido, sobre todo si se han emocionado haciéndolo y han sido felices.
Aunque valoro enormemente el trabajo de los docentes, quiero matizar: propongo hacer una reflexión; sí, una reflexión importante acerca de cómo y de qué forma hacen su trabajo y se relacionan con los alumnos.
No es trabajo fácil, no solo vale con tener vocación, hay que involucrarse en muchos aspectos. Para mí, los emocionales son los más importantes.
Os pediría un favor enorme: antes de decir algo a un alumno, de reñirle, de ponerle en ridículo delante de sus compañeros, pensad más de una vez el cómo y qué vais a decir. Un segundo vale para destrozar la ilusión, la emoción y la seguridad de ese alumno. Pensad que con vosotros se sienten tranquilos, arropados y queridos.
La mejor lección de vida es que os recuerden con cariño, no solamente por vuestras lecciones magistrales , si no por hacerles sentir importantes.
Los castigos, los partes, las amenazas, lo único que transmiten, es miedo y dolor. Es esta una última reflexión para profesores y padres. Buen verano a todos, en especial a los alumnos. S.M.V .A Coruña.