Desplazamiento del centro de gravedad de la Iglesia

Diego Alonso-Lasheras S.J. PROFESOR DE RELACIONES INTERNACIONALES EN LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS Y DE MORAL SOCIAL EN LA UNIVERSIDAD GREGORIANA DE ROMA

OPINIÓN

Francis Kokoroko | REUTERS

09 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

León XIV deberá ser capaz de gestionar que el centro de gravedad de la Iglesia católica se aleja cada vez más de Europa. Durante el pontificado de Juan Pablo II, el número de cardenales europeos disminuyó y, aunque hubo una inversión de esta tendencia con Benedicto XVI, con Francisco —que se autodefinió como «un papa llegado del fin del mundo»— se volvió a la disminución del peso de los europeos. El porcentaje de purpurados de este continente pasó del 51 % al 39 % en los 13 años de su pontificado. El cambio es más evidente si se mira al número de seminaristas: América del Norte y del Sur representan casi la mitad de los católicos del mundo, pero aportan solo el 25 %. En Europa ocurre otro tanto, un 20 % de católicos con el 12 % de seminaristas. Las proporciones se invierten con Asia (29 % de seminaristas con solo con el 11 % de los católicos mundiales) y África, con el 20 % de los católicos y el 33 % de los seminaristas. La fuerza futura de la Iglesia no está en Europa y con la elección de León XIV parece que los cardenales han reconocido esto.

El desplazamiento del centro de gravedad de la Iglesia supone un reordenamiento de la lista de prioridades a la hora de la acción pastoral y diplomática del papa y de la Santa Sede. Un gesto como el encuentro de Abu Dabi del 2019 entre el papa y el Gran Imán de Al Ahzar, en el que se firmó la Declaración sobre la fraternidad humana, resuena de forma diversa en las iglesias europeas y americanas que en las iglesias de África y Asia. Las primeras ven el islam como una religión minoritaria, importada y ajena a su tradición cultural, mientras las segundas viven en sociedades en las que el cristianismo es religión minoritaria — menos en Filipinas— o que históricamente han estado más acostumbradas al pluralismo religioso, y que ven el islam como una religión local, con raigambre histórica y con una fuerza social que no se puede soslayar. La Iglesia que crece, en general, no ha tenido históricamente la presencia y el poder social que ha tenido la Iglesia católica en muchos países de Europa y de Iberoamérica. En este sentido, un papa de EE.UU. es un papa de un país donde el catolicismo ha sido históricamente religión minoritaria. Además, ha sido general de los agustinos, lo que le ha hecho viajar por todo el mundo y conocer las distintas realidades sociales en las que vive la Iglesia católica. Esto pesará a la hora de determinar qué batallas sociales y culturales quiere o puede dar y qué dimensiones de la doctrina moral católica va a acentuar. El nombre elegido hace pensar a León XIII, el papa de la Rerum Novarum que inició la Doctrina Social de la Iglesia.

El nuevo papa tendrá que ver dónde concentra sus fuerzas y las de la acción diplomática de la Santa Sede. En algunos puntos es esperable que continúe la senda trazada por Francisco. La palabra paz ha sido la más repetida en su primera alocución al mundo y en esto no solo sigue a Bergoglio, sino a sus antecesores en el cargo durante el siglo XX. En otras cuestiones tomará distancia o innovará, inspirándose en la larga tradición que le sostiene.