Menos moros y más muros, ¿en serio?

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

FABIO CIMAGLIA | EFE

05 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En la imprescindible exposición Detrás do espello que organizaron el año pasado en el Gaiás Xosé Luís Canido y Antón Reixa, una de las estrellas era una pequeña libreta en la que Stefan Zweig escribió la impresión que le causó su escala en Vigo, de camino hacia Brasil. Era el 10 de agosto del año 36 y el pensador austríaco escribió: «La ciudad está llena de militares en relucientes uniformes, disciplina completamente alemana, camisa azul marino o de color caqui y boina militar. Entre ellos hay pintorescos muchachos de trece años armados con revólver holgazaneando junto a los muros y se dejan fotografiar. También llama la atención que mucha gente del pueblo no lleva el distintivo rojo de los fascistas». Canido sigue manteniendo la tesis de que esa visión de los chavales jugando a ser fascistas en una ciudad en la que no parecía que las cosas fuesen terriblemente mal, a pesar de que Franco pensase lo contrario, fue la chispa que Zweig necesitaba sentir para entender que Europa se dirigía derechita al abismo. Esta es una de las obsesiones de las personas decentes, reconocer los síntomas del cáncer antes de que te mate. Esa sensibilidad ha obsesionado a varias generaciones de alemanes que han tenido que convivir con la indiferencia o la conformidad con la que acompañaron a Hitler y su terrorífica visión del mundo. Y esa sensibilidad deberíamos reclamarla ahora que Trump puede ganar en Estados Unidos y Le Pen en Francia, y que la tercera fuerza política en España es un partido cuyo líder exigió hace unos días «menos moros y más muros» sin que el PP, que apela cuando le interesa a los grandes consensos de la Transición y que gobierna con quienes piensan cosas así, haya dicho ni pío. El mismo partido que cree que Meloni es menos fascista que los demás fascistas, como si ser fascista tuviese grados.