He visto cosas

Rafael Arriaza
Rafael Arriaza PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

Marcos Míguez

22 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

He visto naves en llamas más allá de Orión… le dice el androide de Blade Runner a Harrison Ford en una de las secuencias míticas del cine de ciencia ficción. Y yo les digo a mis amigos y colegas de fuera que en solo unos días también he visto cosas sin salir fuera de A Coruña que no creerían si no estuvieran documentadas para la posteridad. Estos días, en A Coruña, era posible ver pasar un mundo, otro mundo, frente a tus ojos en un ratito. Sentado tras una cristalera, con un café o una cerveza en la mano, un observador podría haber visto pasar una marea humana vestida de naranja dispuesta a arropar en la distancia a su equipo, como si la voluntad colectiva fuera capaz, por telepatía, de lograr que el aro rival se hiciera grande para facilitar las canastas; y celebrar después el ascenso del Leyma Básquet Coruña con una fiesta que fue prolegómeno de otra blanquiazul, y el inicio de una campaña de abonados que ha saturado los servidores informáticos del club y va para récord en las primeras horas. Podría haber visto a las chicas del CRAT remontar un partido con la convicción de que, aunque un partido se empiece perdiendo, al final se puede ganar, y que el CRAT —y ellas— se merecen un título para la historia otra vez. He visto jugadoras que estaban —literalmente— cojas y mazadas como pulpos hace tan solo quince días, reponerse para darlo todo en el campo, con ese sentimiento de saber que cada una tiene a su espalda, a su lado, a una compañera que va a cumplir más allá de lo que la lógica dice que podría, que es marca de la casa en rugbi, para estar ya a un paso de la gloria. Y claro, he visto a una ciudad hacer alucinar a medio mundo con su empeño en empujar a un equipo que parecía desahuciado hace cinco meses para alcanzar el ascenso directo a dos jornadas del final de la liga regular. He visto llorar a hombres y mujeres hechos y derechos, curtidos en mil batallas, al saltar al césped de Riazor a recoger el cariño de un estadio que rugió como sabe hacerlo cuando tocó para que la portería del fondo de Pabellón se le hiciera grande a Lucas y que un portero convencido de que por el lado corto y tapado por su barrera era imposible colocar un balón en el fondo de la red descubriera, demasiado tarde, que sí, que por ahí sí se podía. Podría haber visto a personas de 77 países diferentes (¿es un récord en una ciudad en Galicia en un solo día?) pasear y sorprenderse de que en un instante lloviera jarreando y unos minutos después saliera un tímido sol a calentarlos. Los más de 3.000 jóvenes karatecas que acudieron a Coruña a disputar una ronda de la Youth League subieron el listón respecto al año pasado: en aquella edición tuvimos aquí 2.198 deportistas de 64 países, que se fueron alabando la ciudad, la organización y —cómo no— la gastronomía de la ciudad. Su experiencia fue tan buena que este año le han levantado la paletilla a la hostelería coruñesa, que seguro que no se podía esperar una sorpresa así en esta semana lluviosa. Moverse entre ellos y sus familias y acompañantes es, literalmente, darse una vuelta por el mundo sin moverse de casa. No hace falta viajar hasta Orión para ver cosas.