El mito de la caverna y Ucrania

Cristina Gufé LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN. ESCRITORA

OPINIÓN

OLEG PETRASYUK | EFE

27 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasaje así denominado, perteneciente al libro VII de La República, podría ser considerado uno de los textos más representativos de la cultura occidental. Platón —siglo IV a de C.— en ocasiones se servía del lenguaje mítico con el fin de expresar su pensamiento. Tal vez los sabios conocen la frágil mentalidad humana que no abandona del todo la infancia, y la seducción que ejerce sobre ella la potencia contenida en las narraciones aunque nos revistamos de millones de corazas envueltas de altivez. En este fragmento se describe la situación de unos hombres encerrados sin que puedan volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego. Creen que lo único real son las sombras de los seres y objetos que se reflejan en el fondo de la caverna en la que se hallan. Uno de ellos emprende el ascenso, que va a desembocar en la visión del mundo exterior en donde se halla la luz y la causa última de la misma que es el Sol —símbolo del Bien—. Siglos más tarde, los cristianos identifican el Bien con Dios.

La humanidad, en el año 2023, se encuentra sumida en la oscuridad. Vemos imágenes de guerra que nos dejan mudos. Tantos siglos de historia de las ideas desde Platón —autor que fue consciente de la trascendencia de la política—, todas ellas destinadas a mejorar la vida humana, y hemos de hacer compatible esa expresión de idealismo con la visión de lo que ocurre en Ucrania. ¿Es este el precio a pagar por la libertad humana? Sin respuestas, solo se puede llorar, llorar, llorar. ¿No había un principio elemental —base de cualquier ley moral natural— que es el respeto a la vida? ¿Cuál será la vivienda de los destruidos por el dolor? Heráclito —siglo V a de C.— afirmaba que «la guerra es el padre de todas las cosas» y que «todo fluye»? Así, ¿el sufrimiento huirá? Como esclavos encerrados en la caverna del mundo y nuestro cráneo ¿quién escalará la escarpada subida para acercarnos a la luz? ¿Será posible seguir creyendo en el Bien y la belleza? No bastan las palabras. La fuerza envolvente, plagada de seducción presente en las narraciones, se desmorona; como las ciudades y los seres cae ante las bombas, y solo podemos balbucear, como dice el verso de Gimferrer: «Lloré, lloré, lloré».