¿Somos la España vaciada? En esta esquina de la península no hay vacío: estamos llenos de ideas y de proyectos, de energía y talento, de la riqueza de la gente, de culturas e historias por vivir. Hay cientos de ejemplos de éxito, algunos de talla mundial, que pueden ilustrar lo anterior. Iniciativas innovadoras, empresas pioneras, investigadores en la frontera del conocimiento, esfuerzos colectivos singulares. Tenemos mucha capacidad de adaptación y sabemos partir de la tradición para ser disruptivos. Nos distinguimos del resto, pero no miramos por encima del hombro. También tenemos problemas comunes: Asturias, Galicia y Castilla y León comparten el drama del declive demográfico, de la dispersión de los pueblos que precisan servicios públicos a medida, de la incomunicación secular. Nos falta márketing político, ese intangible que es el mal de la periferia. No nos sabemos vender. Por eso necesitamos un empujón sin zancadillas.
O una suma de empujones. Uno de ellos puede ser el Corredor Atlántico ferroviario. La modernización de la red para triplicar los transportes. Competir con la fuerza de nuestros puertos y de las áreas logísticas, equipararnos así a Francia y Alemania y, de paso, reducir las emisiones de CO2. Corregir los defectos y carencias (falta de electrificación o de infraestructura, tramos saturados o en cuesta) y aprovechar los multimillonarios fondos europeos. Expandir nuestros productos, alargar nuestras conexiones y competir en los mercados. Ha llegado el momento de responder con inteligencia a algunas despreciables declaraciones del Eje Mediterráneo (un lobi poderoso que sabe presionar) que invitaban a excluirnos del debate por nuestro escaso peso económico. ¿Acaso es el PIB la medida de todo? Vivimos en el Noroeste y estamos orgullosos de ello, de este privilegio diario.
La alianza del Principado, de la Xunta y de la Junta trasciende las siglas políticas (PP y PSOE, juntos de la mano). Un detalle crucial que demuestra que las ideas están claras como el aire de las montañas. Ideologías diferentes al servicio de seis millones de ciudadanos que esperan una oportunidad y a los que el Gobierno central debe escuchar. Esa es la obligación de Pedro Sánchez y el mensaje de Barbón, Rueda y Mañueco.
¿Estamos condenados a ser ciudadanos de segunda? La Constitución concluye que no. Asturias, Galicia y Castilla y León acumulan raíces sólidas por siglos. En la radiografía actual se vislumbran luces y sombras, amenazas y oportunidades, pero yo creo que los claros superan a la oscuridad. No tengo duda; no soy presa de un optimismo desatado, es la pura realidad que solo necesita un empujón. El orgullo lo ponemos nosotros.