La importancia de tomarse la tensión

Claudia Saleta Cobos MÉDICA INTERNA RESIDENTE DE NEFROLOGÍA

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

22 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La presión arterial refleja la fuerza que ejerce la sangre contra la pared de las arterias. Se define con dos cifras, el valor más alto refleja las presiones asociadas a la contracción cardíaca y se denomina presión sistólica, y la cifra más baja o presión diastólica se alcanza cuando el corazón se relaja. Hablamos de hipertensión arterial (HTA) cuando se superan las cifras de presión sistólica mayor de 140 mmHg y/o presión diastólica mayor de 90 mmHg de modo mantenido, y los resultados de ensayos clínicos han demostrado que su tratamiento aporta beneficios.

La HTA provoca aumento del espesor de la pared y consecuente disminución de la luz de los vasos arteriales. Este proceso ocurre de manera silente, por lo que hasta un 46 % de las personas hipertensas ignoran que lo son. Si no se trata, aumenta el riesgo de padecer graves problemas de salud por daño vascular en el cerebro, corazón, riñones. En ocasiones puede cursar con cefaleas, hemorragias nasales o alteraciones visuales.

Aproximadamente el 40 % de la población adulta española presenta hipertensión arterial, porcentaje que se incrementa con la edad. En mayores de 65 años supera el 60 % y es más frecuente en mujeres.

El diagnóstico y tratamiento de la HTA constituyen objetivos básicos de salud: su control adecuado reduce la morbimortalidad, lo que resalta la importancia de conocer los valores tensionales, tanto en la consulta médica como fuera de ella: automedición de la tensión arterial (AMPA), o monitorización ambulatoria de la tensión arterial (MAPA)

En más del 90 % de los casos se desconoce la causa, aunque se demuestra mayor asociación con factores como la obesidad, hábito de vida sedentario, consumo de alcohol o tabaco, estrés, antecedentes familiares de HTA, enfermedades crónicas….

En un 1 % de los casos, se produce por causas tratables, denominándose hipertensión secundaria: trastornos endocrinos, la apnea obstructiva del sueño, alteraciones vasculares, toma habitual de fármacos como antiinflamatorios, antigripales, vasoconstrictores nasales, anticonceptivos orales, drogas ilícitas (cocaína, anfetaminas) ...

Es fundamental que las personas conozcan y controlen su tensión arterial: incluso con cifras adecuadas (presiones arteriales sistólicas menores de 130 mmHg o diastólicas menores de 85) se recomienda medir la presión arterial al menos cada 3 años, dada la importancia del control en una fase temprana.

Una vez diagnosticada, es necesario iniciar tratamiento médico. Un estilo de vida saludable puede prevenir la aparición de la enfermedad y conseguir una mejor respuesta al tratamiento hipotensor. Entre las medidas que han demostrado reducir la presión arterial, destaca la restricción de la ingesta de sal, alimentación basada fundamentalmente en frutas, verduras, legumbres y hortalizas. Reducir o eliminar la ingesta de alcohol, y eliminar el tabaco, bebidas azucaradas, alimentos procesados o precocinados, que tienen una alta concentración de sal. Evitar el sedentarismo y reducir el sobrepeso se reflejará en una menor necesidad de fármacos. Con frecuencia, las modificaciones en el estilo de vida no son suficientes, y se precisa tratamiento farmacológico. El objetivo en una amplia mayoría de pacientes es conseguir cifras inferiores a 130/80 mmHg.