¿Qué esperar de la economía este año?

María Jesús Fernández ECONOMISTA SÉNIOR DE FUNCAS

OPINIÓN

María Pedreda

03 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que se inició la pandemia en marzo del 2020, la incertidumbre extrema ha sido, por motivos cambiantes, el rasgo definitorio del entorno económico, y así seguirá siendo en el 2023. No hay dudas en cuanto a que la actividad sufrirá un frenazo, pero lo que no está tan claro es cuál será su magnitud.

Durante el verano de este año esperábamos que a la vuelta de las vacaciones comenzaríamos a observar señales claras de deterioro, por la caída de la capacidad adquisitiva de los hogares y el encarecimiento de los costes energéticos, pero lo cierto es que la economía ha mostrado una notable resistencia. Entre las cifras más relevantes en este sentido destacan las de afiliación a la Seguridad Social, que han sorprendido positivamente mes tras mes. También la inversión empresarial ha mantenido una gran solidez, a pesar del entorno tan poco propicio para la toma de decisiones de largo plazo.

Es cierto que algunos temores que teníamos no se van a materializar finalmente, como es la posibilidad de un racionamiento del gas durante los meses de invierno, y además los precios de los productos energéticos han experimentado una caída inesperada. Pero la inflación va a seguir restando capacidad adquisitiva a los hogares; el suministro de gas va a seguir siendo problemático en todo el 2023; el precio de esta materia prima, de la electricidad y del petróleo no va a mantenerse mucho tiempo en los reducidos niveles de los últimos meses; y el impacto de las subidas de los tipos de interés sobre las finanzas de hogares y empresas se empezará a sentir próximamente.

Es posible, por tanto, que la economía registre uno o dos trimestres de contracción a lo largo del año, pero posiblemente esta sea más suave de lo que esperábamos. La resistencia que ha mostrado el empleo constituye una señal de fortaleza intrínseca de la economía, y la clave está en que siga aguantando. En este sentido, los esquemas de los ERTE pueden desempeñar un papel fundamental, ya que permitirán que las empresas más afectadas por el encarecimiento de la energía puedan ajustar su actividad sin eliminar puestos de trabajo —siempre que dicha crisis sea percibida como transitoria; si persistiese en el 2024, las cosas podrían cambiar—.

No obstante, todo está sujeto, como ya se ha señalado, a un elevado grado de incertidumbre, y los riesgos no son menores, incluyendo el derivado del cambio de régimen de la política monetaria sobre los mercados financieros. En un contexto como este, más que en ningún otro, será indispensable una política económica que genere confianza.