L. M.: dioses y monstruos

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

PAUL CHILDS | REUTERS

15 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Miden prácticamente lo mismo —1,70 el argentino y 1,72 el croata—, su altura futbolística es infinita y hasta comparten iniciales, pero Lionel Messi y Luka Modric no pueden ser más distintos. La eliminatoria de cuartos de final lo dejó en evidencia. Tras conseguir la clasificación frente a Holanda en los penaltis, Messi criticó duramente al árbitro y al entrenador rival —Louis van Gaal, enfermo de cáncer, del que se había burlado también durante el partido con un gesto despectivo hacia el banquillo tras marcar un gol—, e insultó a un jugador orange que le esperaba para saludarlo e intercambiar la camiseta con él. El «qué mirás, bobo, andá pallá» queda para la historia como ejemplo de no saber ganar, de no estar a la altura... de lo que representa ser uno de los mejores deportistas del mundo, ídolo para muchos niños que luego replicarán estas actitudes en los terrenos de juego.

¿Qué hizo Modric tras ganar y eliminar a Brasil, también en la lotería de los once metros? Fue a consolar a Rodrygo, su compañero en el Real Madrid, al que llama cariñosamente «hijo» —le lleva casi 17 años— y que precisamente había fallado un penalti. «Fuerte, no pasa nada. Tú eres más fuerte que esto. Vas a volver fuerte. Te quiero. Te quiero. Ánimo». Lo hizo en el campo, mientras sus compañeros celebraban el pase a la semifinal. Un ejemplo de elegancia y de saber estar.

A Leo Messi muchos creen que el fútbol «le debe» un Mundial, como si este deporte hubiese contraído una hipoteca con el jugador y no al revés. Curiosamente, sus mayores defensores son los hinchas del Fútbol Club Barcelona, el equipo en el que desarrolló toda su carrera y al que dejó plantado —y arruinado, tras firmar un contrato de 555 millones por cuatro temporadas— hace dos años. Pero da igual, le ríen el «qué mirás, bobo» y están convencidos de que en Catar se va a saldar esa deuda que lo pondrá por delante de Maradona en el Olimpo del balompié. Aunque uno jugase rodeado de Xavi, Iniesta y el mejor Busquets y el otro del Lobo Carrasco, Julio Alberto o Víctor Muñoz. Es el dios del fútbol, pero el fútbol engendra monstruos. Podrá levantar la copa, pero no ha sabido estar a la altura.