¿Deseas de verdad a la pareja de tu prójimo?

Flor Lafuente COACH Y FORMADORA EN BIENESTAR BASADO EN LA PSICOLOGÍA POSITIVA.

OPINIÓN

09 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo nuevo atrae, lo diferente erotiza. Podemos estar en pareja con Brad Pitt o Emily Ratajkowski y aún así serles infieles con el vecino o la vecina del quinto piso. «Lo exótico se vuelve erótico», dice la teoría del psicólogo Daryl Bem que postula que lo diferente produce mayor excitación fisiológica.

Y esto es así porque el ser humano es monógamo por decisión, no por una cuestión fisiológica. Una cosa es el problema moral de la infidelidad y otra son los impulsos naturales del cuerpo y hasta la libertad que nos demos para practicar el poliamor.

La infidelidad existe porque somos más animales de lo que nos gustaría admitir y porque la atracción duradera solo es posible si se trabaja por ella. Con el tiempo, la atracción sigue una curva descendente que solo puede remontarse si la pareja se preocupa por mantener la novedad, e intenta buscar lo exótico en lo conocido y no en lo desconocido.

Como dice el psicólogo y exprofesor de Harvard Tal Ben-Shahar: si luego de cinco años de casados con el hombre o la mujer más sexis del mundo nos metieran en un laboratorio con electrodos y escáneres en la piel, el corazón y el cerebro para comparar el nivel de excitación que sentimos frente a nuestra pareja y frente a un desconocido, los resultados serían contundentes.

«Puede que tu pareja te excite —explica Ben-Shahar—, pero lo más probable es que te excites bastante más frente al desconocido. No importa cuán perfecta sea tu pareja, ya no te despierta lo mismo fisiológicamente».

Desde el punto filosófico, la explicación es reveladora. Según el filósofo inglés Alain de Botton, el culpable de que creamos en la «siniestra idea» de que la fidelidad es posible es el romanticismo. Con su visión del amor idealista, este movimiento del siglo XVIII nos hizo creer que la infidelidad es una tragedia que merece la ruptura de la pareja. Antes del romanticismo, explica de Botton, la gente tenía sexo y se enamoraba, pero no siempre estas cosas iban de la mano.

Pero hay algo más. Si bien es cierto que dos personas que se comprometen a la fidelidad deberían velar por ese compromiso, también es verdad que podríamos ser más sinceros, realistas y comprensivos frente a un hecho de infidelidad.

Podríamos intentar aceptar que no es una traición imperdonable, que no estamos exentos de que nos suceda a nosotros, y que romper una relación bonita es quizá un precio demasiado alto a pagar por un momento en que fuimos demasiado humanos.