Debe ser por la interminable ola de calor que nos abruma. No hay otra explicación. Porque, ¿cómo es posible que los temas de debate político y mediático en este país sean la corbata, el aire acondicionado, el alumbrado público, los escaparates y hasta el hielo? ¿Alguien se acuerda de que hay una guerra en suelo europeo y de esos ucranianos por los que parecía que tanto sufríamos? ¿Se han enterado de que se avecina una crisis energética que puede ser dramática? Pero, aquí, que si el presidente del Gobierno se quitó la corbata; que si el aire acondicionado a 27 grados (a 25 en bares, restaurantes y otros comercios, según la normativa) va a arruinar a los hosteleros (quienes, pese al lleno total de sus establecimientos durante este verano, vuelven a la queja permanente); que si va a faltar hielo (drama nacional, ¡no podremos tomarnos el cubata!). Mientras toda Europa anuncia medidas de ahorro de energía con normalidad (aire acondicionado con temperatura limitada, monumentos y escaparates apagados y hasta cortes del agua corriente), en previsión de lo que pueda pasar si, como todo apunta, Putin corta el suministro de gas, aquí dirigentes políticos como la trumpista Ayuso llaman a la insumisión. El propio Feijoo pidió al Gobierno medidas similares pocos días antes de que este las adoptara. La UE ha suscrito el primer plan de ahorro energético de su historia bajo el nombre de Ahorrar gas para un invierno seguro. Da igual, aquí, con lo que se nos viene encima en otoño, algunos siguen dando la tabarra con la corbata, el aire acondicionado y el hielo. Y que no falte el Falcon, que antes los presidentes viajaban en patinete o iban andando. Y sobre el cambio climático silencio sepulcral o negación.