Explicaciones y disculpas

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

María Pedreda

20 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta tan irracional como descabellado negarle al rey emérito la libertad de poder regresar a España cuando le plazca. E ir a donde le apetezca. Una vez que quedaron archivadas todas las causas­ abiertas por la justicia española y suiza, y regularizada su situación fiscal (eso sí, con grandes esfuerzos y favores), no hay motivos para que no circule libremente por todo el territorio. Como cualquier otro ciudadano.

Pero tan irracional es que con el regreso a aguas gallegas se quieran borrar los episodios que protagonizó y que son impropios de la máxima institución de un Estado democrático. Sus tareas como precursor de los comisionistas, fraudes fiscales y fondos en paraísos, son algunas de las correrías poco ejemplares e inadmisibles, por mucho que la Justicia no quisiera verlas. También su recorrido personal como monarca estuvo más próximo a los contenidos de Sálvame que a las crónicas de actualidad propias de quien gozó de la confianza y el beneplácito de todo un país. Fue una vida cargada de escándalos.

Por eso, porque traicionó tanto esa confianza en la que se basaba su relación con los españoles, que llevó a su propio hijo a mostrarle el camino del exilio, su regreso ha de venir acompañado de una explicación sobre un comportamiento inapropiado e indecoroso. Y de disculpas. Sobre todo de disculpas. Porque el lamento «sincero» por lo que consideró como «acontecimientos pasados» de su vida privada, en una carta dirigida a su hijo, no incluye a la sociedad que lo amparó y alimentó durante décadas.

No es la primera vez que Juan Carlos se ve obligado a pasar por el trance de pedir perdón. Y ha de repetirlo si quiere sellar su regreso. No hace mucho el presidente del Gobierno, que ahora mira hacia Poniente, se mostró partidario de hacer llegar esas disculpas en un «mensaje claro» a todos los españoles.

Después de casi dos años en Emiratos Árabes, meca de la intolerancia y violación de derechos humanos, el emérito comienza desde Galicia la reconquista de España. Pero lo hace con una condena moral a sus espaldas que solo saldará, en parte, con explicaciones y disculpas. Y hacerse perdonar no es una humillación. Es decencia.