Un futuro de heridas psicológicas

Flor Lafuente INSTRUCTORA Y FORMADORA EN BIENESTAR INTEGRAL BASADO EN LA PSICOLOGÍA POSITIVA

OPINIÓN

María Pedreda

23 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada mañana, Antón Klanovets envía un mensaje o una foto desde Ucrania a su hermana Iana, que vive en España, para mostrarle que está vivo. Él y el resto de su familia. Pero a veces no.

Esas veces, Iana lo intenta: trabajar, hacer sus cosas. Pero es difícil. Iana muestra fotos. Katia, la joven esposa de su hermano, en un espacio desolado. Ha ganado 20 años en diez días. Su tía languidece en una cocina derruida. Nazar, el hijo de Katia y Antón, de apenas tres años, se adaptó a los bombardeos y es quien conduce a la familia a los refugios cuando suenan las sirenas.

Durante el día, Antón patrulla una Chernihiv destruida. Es policía y tiene orden de matar si se enfrenta con un ruso. Junto con su familia y otros cientos de miles de ucranianos están atrapados en la ciudad que fue uno de los principales centros políticos, económicos y socioculturales de Ucrania durante el Renacimiento. A 140 kilómetros de Kiev y a nada de la frontera con Bielorrusia, huir de allí no es seguro. Los rusos bombardean los buses humanitarios y a todo el que camina. La lucha es por la supervivencia. No hay agua, comida, ni electricidad.

Iana y Antón representan la metáfora del trauma que se avecina y que afectará a millones de personas en los próximos años (no solo a los desplazados). Las heridas psicológicas que se están abriendo son más profundas que las físicas. Ansiedad, estrés, depresión, suicidio. ¿Qué hacer? ¿Es posible hacer algo?

La ciencia indica que sí. Que hay que actuar temprano. El estudio más largo realizado hasta el presente sobre el impacto de la guerra en la salud mental de refugiados y supervivientes se realizó entre la población bosnia y duró once años. La investigación demostró que prestar ayuda psicológica inmediata es lo más efectivo para evitar problemas persistentes hasta quince años después de acabado el conflicto.

¿En qué deben apoyarse este tipo de programas? En construir sobre las capacidades de resiliencia de los desplazados, trabajando por integrar las experiencias traumáticas en sus vidas. Ser resiliente no significa no experimentar angustia. El camino hacia la resiliencia incluye una cantidad considerable de emociones de angustia. Lo que se debe hacer es ayudar a las personas a aceptarla, a entender que es posible seguir adelante con el dolor encima. Esto se llama «crecimiento postraumático».

La población ucraniana parece tener las condiciones necesarias para desarrollar resiliencia. «Lucharemos hasta el último aliento -dice Iana-. No nos vencerán. Reconstruiremos Ucrania. Estamos orgullosos de nuestra nación y de nuestro presidente; un hombre común y un héroe».