Enchufismo o legalidad

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

Ricardo Rubio | Europa Press

23 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En cuanto Pablo Iglesias arribó a Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ágil de reflejos, cambió sobre la marcha su lema de campaña, «socialismo o libertad», por el de «comunismo o libertad». Era poco original, pero tampoco era original la dicotomía entre socialismo o barbarie planteada por Rosa Luxemburgo, que solo parafraseaba a Engels. Hace unos años, Ayuso se quedó con el eslogan freedom or socialism de Mike Pence, número dos de Trump, negacionista, supremacista y ultraderechista. El que fuera presidente de la comisión especial de la Casa Blanca para el coronavirus era uno de los máximos responsables de que Nueva York apareciese junto a Madrid en el Financial Times como ejemplo de ciudades permisivas, donde vecinos, turistas y virus callejeaban a sus anchas. Ayuso estaba encantada con ese paralelismo cosmopolita.

Presidenta sin complejos, aspiraba a ser adalid de Vox para el PP y adalid del PP para Vox. Sabía que no era cuestión de socialismo, comunismo o libertad, conceptos que ni podía ni quería definir. Aprovechaba la topofobia hacia Madrid para contrarrestar con una topolatría exagerada, utilizando argumentos demagógicos, populistas e identitarios, muy parecidos, por cierto, a los de los nacionalismos periféricos: Madrid aporta más y recibe menos de España, Madrid se ve perjudicado por su función capitalina, Madrid sostiene la industria del país, Madrid mantiene el turismo de otras comunidades autónomas, Madrid sufre las consecuencias de ser el nodo central de comunicaciones, Madrid padece más que nadie la inmigración ilegal, Madrid es la puerta del cielo, Madrid soy yo o la nada. Sabía que este nacionalismo castizo le daría miles de votos.

Ayuso arrasaba en las elecciones de primavera, pero la primavera de Madrid no era la primavera de Praga. Ella estaba cómoda con el simplismo de la dicotomía entre comunismo o libertad, pero no esperaba que su propio partido la colocase ante la dicotomía entre enchufismo o legalidad. A ver si ahora, escapando del fuego amigo, va a acabar liderando un Spanish Tea Party, aunque no sea al puro estilo Delacroix.