En busca del chip prodigioso

Loreto Fernández Fernández

OPINIÓN

12 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Mas allá de las gravísimas consecuencias sanitarias y sociales que provoca el covid-19, y que están todavía lejos de poderse evaluar, la deriva de la situación económica ha puesto en evidencia numerosas «deficiencias», «disfunciones» y «desajustes» de la economía española. La atención se ha centrado en el impacto de la pandemia en ciertos sectores como el retail y, particularmente, el turismo, cuyas mejores previsiones serían alcanzar el 8,4 % del PIB en 2021, cuatro puntos por debajo del dato prepandemia. Aun así, y a pesar de la enorme incertidumbre que gira en torno a la evolución de la sexta ola, la recuperación de este sector pende fundamentalmente del levantamiento de las restricciones a la movilidad.

Sin embargo, en el sector industrial asistimos ya a la que posiblemente es la realidad más evidente de las «tres des» anteriormente mencionadas y que no hace presagiar nada bueno. A dos semanas de la Navidad el gran atasco en las rutas marítimas pone en riesgo la llegada de juguetes y la disponibilidad de muchos otros productos de producción nacional por la falta de componentes necesarios para su fabricación. La escasez de materias primas ha afectado ya a un 37 % de empresas manufactureras, aunque los mayores problemas vienen de los retrasos en el suministro de semiconductores en la industria del automóvil, que han puesto en jaque casi 40.000 puestos de trabajo. Y esto, sumado a la inevitable carrera por los microchips más avanzados que provoca la digitalización, nos lleva a un punto de no retorno. Más bien al contrario. Es el momento de plantarse a las puertas del futuro, tomar aliento y dar un paso firme adelante.

Es cierto que solos no podremos hacer nada. España no puede plantearse la fabricación de chips (el coste de una planta moderna de producción de microchips sobre placas de silicio cuesta diez mil millones de euros, cifra similar a la que el Gobierno ofrece para ayudar a todo el sector de la hostelería, turismo y pequeño comercio), ni ir de campeona con proyectos aislados. Pero sí existe en nuestro país capacidad y cualificación suficiente para liderar proyectos dentro del plan anunciado por Bruselas de crear un ecosistema de fabricación de microchips que permita mantener a la Unión Europea competitiva y aliviar la extrema dependencia de proveedores asiáticos y estadounidenses.

Cuando las amenazas y oportunidades de adentrarse en la era digital se hacen tan evidentes, toca hacer un análisis estratégico de debilidades y fortalezas del sistema industrial español para saber cuáles son nuestras ventajas competitivas. La copiosa financiación que viene de Europa es una oportunidad única para superar las deficiencias, solventar las disfunciones y solucionar los desajustes de cara a una gran apuesta española por una industria competitiva y de alto valor.