Los ojos transparentes

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

28 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ayer mi madre cumplió noventa y cinco años y recibió el regalo que más le hubiera gustado recibir, un ejemplar de este periódico que en primera plana informaba de que su hija pequeña, Blanca, mi hermana la escritora, había ganado el premio Blanco Amor de novela, sin duda el de mayor prestigio de nuestra literatura. Mi madre es extranjera. No de Galicia ni de España, es una extranjera universal. Cuando con sus ojos azules transparentes recibe a una médica que le viene a mirar las cosas que nadie más ve —los leucocitos, las pulsaciones, cosas así— y le pregunta qué tal está, ella le contesta «muy bien, ¿y tú?» Mi madre tenía una madre inglesa que también era transparente, dulce, rubia y azul en una España grosera y gris, y estaba casada con un hombre pequeño y testarudo que componía en un piano de media cola óperas wagnerianas con argumentos nórdicos, es decir, gallegos: Ultreya, O Mariscal. Mi abuelo era también arquitecto y hacía casas como esa del filántropo Piñeiro Pose de la que ahora se habla tanto. Casas con torreones como torres de ajedrez y escaleras legendarias como la de la casa Cortés. Mi madre es discreta hasta extremos exasperantes y su filosofía de la vida solo tiene un principio: no molestar. Por lo demás, es defensora de la cerveza como —esta vez sí— buena inglesa. Y cuando bebe un corto y viene, dice con ese sentido del humor inigualable: «Vengo bebida». Claro está que se refiere al participio del verbo beber. Y yo hoy le deseo, ante todos ustedes, que cumpla muchos más.