El lector del «Quijote»

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

José Oliva

02 nov 2021 . Actualizado a las 12:13 h.

Una de las virtudes de José María Merino -además de haber nacido en A Coruña- es su conocimiento y pasión por el Quijote, que desmenuza con una inteligencia y una alegría asombrosas para el oyente. Yo lo fui -oyente- hace ya unos cuantos años en la Academia de España en Roma, adonde viajé con Óscar Esquivias; y recuerdo la conferencia que allí dio Merino con la misma sensación de haber asistido a una ópera de Wagner adaptada por Puccini. Luego recorrimos todos juntos las Iglesias de los alrededores del Panteón buscando cuadros de Caravaggio. Merino, a pesar de su aparente coruñesismo, es un escritor leonés, que conforma el núcleo duro junto a Luis Mateo Díaz y a Juan Pedro Aparicio del filandón, que es la tradición oral leonesa. Ellos, como unos comediantes o unos ciegos de cantar, recrean las historias que se contaban al calor del fuego y que tanto recuerdan a las historias del lobo o de los muertos que vuelven, y que esta semana más que nunca vienen a cuento. A Merino le han dado el Premio Nacional de las Letras Españolas, noticia que le ha pillado con sus posaderas descansando sobre el sillón de la letra m de la Real Academia Española. Si uno se fija en el botín de premios que lleva acumulado -el Torrente, el de la Crítica española y el de la de Castilla y León, los nacionales de Literatura Juvenil y de Narrativa, el Salambó- y sobre todo que no la hayan dado nunca el Planeta, lo consolida como uno de los escritores más importantes de nuestro país. Y además es un tío estupendo.