Del lamento al perdón

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

21 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El balance de ETA es aterrador: 853 muertos, cientos de heridos con secuelas, decenas de secuestros, miles de extorsionados, innumerables huidos de su tierra, daños económicos irreparables y todo un país, el español, tratando de superar el terror que la banda terrorista imponía. Diez años después aún no llegamos a entender aquella locura.

Por eso es inútil tratar ahora de poner a las dos Españas de acuerdo sobre la fórmula de clemencia con la que se pueda cerrar la barbarie vivida. Porque lo que para unos es poco menos que un insulto, para otros es un avance sin precedentes.

Lo único cierto es que se trata de un lamento y no de una petición de perdón. Porque las palabras de Arnaldo Otegi asegurando que la actividad de ETA fue un error que nunca debería haberse producido, y reconociendo el dolor de las víctimas, no es una solicitud de perdón. Es un reconocimiento público, el primero, de la izquierda aberzale de un capítulo que permanece abierto y de difícil cierre.

¿Tan difícil nos resulta pedir perdón? ¿Es tan complicado decir «perdonad, lo siento mucho, no volverá a ocurrir»? Pues, por lo visto debe de serlo, porque casi noventa años después nadie pidió indulgencia por la Guerra Civil. Y mucho más próximo, tampoco, como hizo Tony Blair, por habernos llevado a buscar armas de destrucción masiva. Lo del perdón se cotiza en bolsa, aunque decía Borges que el olvido es el único perdón.

La declaración de Otegi no es una petición de perdón, que es lo que exigen la mayoría de españoles, pero supone un claro avance al que deben seguir otros. Uno, por ser el que más nos enerva, acabar con los homenajes y recibimientos festivos y triunfales a quienes tuvieron el asesinato por profesión. No resulta tan difícil y sería un síntoma de normalización. Porque no son unos héroes. Son unos asesinos.

Lo de ponernos de acuerdo sobre la solicitud o no del perdón terrorista es harina de otro costal. En este país estamos condenados a discutir por todo. A hacer ruido, que es lo que se lleva. Fíjense que hasta la abolición de la prostitución supone, a decir de Díaz Ayuso, «destruir empleo, dividir España y más socialismo». Como para ponernos de acuerdo sobre el perdón del terrorismo etarra.