Nunca sabremos por cuánto tiempo habría permanecido agazapada tras su firma anónima la escritora imaginaria Carmen Mola. Un año, cinco, para siempre quizás. Pero el millón contante y sonante que le ha caído en suerte con el premio Planeta bien valió sacrificar la privacidad y salir del escondite para confesar que, en realidad, detrás de ese seudónimo se esconden tres escritores y fecundos guionistas de televisión, ninguno de ellos mujer. La autoría colectiva era un factor más de su ficción narrativa.
Las triquiñuelas del espectáculo exigen a veces grandes sacrificios a la verdad. MasterChef también se ha visto empujado, por motivos bien distintos, a desvelar algunos de sus secretos. Por ejemplo, que la despensa de sus ingredientes da gato por liebre cuando el guion lo requiere. El concurso no recordará su reciente episodio en A Coruña como el más afortunado de su historia. Su primer tropiezo fueron las burlas del jurado al acento y al idioma de Galicia con un gag pretendidamente humorístico que ruborizó a los espectadores. A eso se suma ahora la confirmación por parte de la Xunta de que los bogavantes con huevas que llenaban la pantalla eran crustáceos de atrezo capturados en otras aguas. No hay delito, por tanto, con una especie en veda en Galicia, aunque en una mariscada que presume de sabor local sea una trola.